¿QUÉ HACER CUANDO MUERDE A OTROS NIÑOS?

Coks Feenstra · Psicóloga Infantil

13 de mayo de 2008

¿QUÉ HACER CUANDO MUERDE A OTROS NIÑOS?

No pocas veces los padres me preguntan cómo deben actuar cuándo su hijo muerde a otros niños o incluso a ellos mismos. Es una conducta bastante frecuente entre los 18 y 36 meses. Veamos los motivos.

Para todos los niños pequeños el chupar y morder es una necesidad básica que les proporcionan sensaciones agradables. Al niño pequeño entre el primer y segundo año le gusta llevarse a la boca todo lo que encuentre en su camino, como los juguetes y los objetos de la casa. Es su manera de ir descubriendo el mundo. Cuando el niño está en el periodo de la dentición, no sólo chupa los objetos, sino también empieza a morderlos. Esto alivia el dolor de las encías y además de este modo se entrenan sus dientes. Así que puede ser que, estando cerca de un amiguito en la guardería, le muerda tal como a veces muerde el pecho de la mamá o las mejillas del papá sin ninguna mala intención. Antes de los dos años y medio el niño aún no distingue bien entre sí mismo y otra persona y por lo tanto el amiguito es para él como un juguete más: algo para explorar. Si esto es el caso, debes apartarle del amiguito y decirle que no muerda. Dale mordedores y juguetes aptos para morder, que sean ni muy blandos ni muy duros. Así él puede satisfacer su necesidad de morder sin hacer mal a otros niños. Al fin de cuentas morder indica una necesidad oral. Explícale una y otra vez que morder no está permitido. Acabará entendiendo tu mensaje.

Pero los mordiscos pueden tener otra causa: el niño puede morder para expresar su rabia o conseguir algo que quiere tener. En este caso el niño suele estar enfadado o frustrado y recurre a los mordiscos porque todavía no dispone de otros medios, como pedir, hablar o simplemente un ‘Mío’ o ‘No’. Si esto es el caso, también debes mostrarle tu negativa ante esta conducta, al mismo tiempo que le enseñas una palabra para la situación. Por ejemplo: “Cariño, esto no se hace. Si no quieres que te quite el juguete, dile ‘No’”. Si tu hijo tiene la manía de morderte a ti, enséñale que pueda dar puñetazos contra un cojín cuando esté enfadado. Así le ayudas a expresar su rabia de un modo correcto. Ten en cuenta que su rabia no es mala en sí, solo la manera en la que la exprese.

¿CÓMO ACTUAR?

Los padres suelen asustarse ante el comportamiento y se preguntan si acaso tu hijo es un niño muy agresivo. No suele ser el caso: casi todos los niños muerden alguna que otra vez. Lo primero que debes hacer es demostrarle que esta conducta no está permitida. Apártale del niño, cógele firmemente, mírale a los ojos, mientras le dices en tono claro ‘no’. Es mejor no hacerle preguntas sobre el porqué, (no sabe contestarlas), ni tampoco debes imitar su conducta. Esto le causaría mucha confusión: tú haces algo que al mismo tiempo se lo prohíbes a él. Además, aún no sabe ponerse en el lugar de otra persona, así que el mensaje no le llegaría, ya que no entiende que el dolor que siente, será el mismo que él causa en otra persona al que muerda. Muéstrale tu indignación para que comprenda que ha hecho algo mal. Esto es suficiente. Como le gusta ser ‘bueno’ y contar con tu agrado, se esforzará en no hacerlo más. Pero ten paciencia, ya que su memoria aún es corta. Por ello debes repetírselo bastantes veces. Si notas que tus palabras no surten efecto, conviene aplicar la medida de la pausa obligada cada vez que muerda: siéntale en una sillita por unos minutos o mándale al pasillo. Al cabo de unas semanas habrá aprendido a no recurrir al hábito de morder.

Un consejo más: como morder indica una necesidad oral, no debes quitarle durante esta fase ni el chupete ni el biberón. Esto podría empeorar su hábito de morder.

EL MORDISCO CARIÑOSO

A veces ocurre que el niño muerde a otro niño o a vosotros mismos como ¡muestra de amor! Os da besos y en su afán por mostraros su amor ¡muerde! En este caso el mordisco no es señal de una mala acción, sino todo lo contrario. En este caso debes explicarle que los mordiscos no son nada agradables, porque duelen y enseñarle otras formas de mostrar su cariño: caricias, dar la mano, besos etc.

CAUSAS ESPECIALES

Siempre es bueno reflexionar si hay algún motivo especial que haga que tu hijo recurre a los mordiscos. Hay ciertos cambios en la vida del niño que pueden jugar un papel: la llegada de un hermanito, el traslado de casa, la separación, la entrada en la guardería y otros. En estas situaciones el niño siente cierta tensión y el morder se convierte en una forma de desahogarla. En caso de un nuevo hermanito, intenta dedicarle un tiempo diario en exclusivo a él, como por ejemplo veinte minutos antes de acostarle (en la sección de Publicaciones, apartado ‘Hermanos’ encuentras un artículo dedicado a este tema). El traslado o un divorcio son sucesos impactantes en la vida del niño que requieren tiempo para que vaya asimilando el cambio. Si los mordiscos tienen que ver con su entrada en la guardería, habla con su monitora. Es posible que se sienta indefenso ante los niños y necesite atención especial de ella. Si siempre muerde al mismo niño, es conveniente no tenerlos juntos y dejarlos sentarse y comer en mesas diferentes. A veces los mordiscos son motivo para que la presencia del niño no esté aceptada en el centro. Esta es, sin duda, una situación dura para los padres, pero es muy probable que el pequeño todavía no estuviera preparado para permanecer en la guardería. Por lo tanto no viene mal esperar un tiempo y volver a intentar su integración pasados unos meses.

En algún caso conviene buscar ayuda profesional, pero generalmente los mordiscos es un problema pasajero que, si se trata con calma, paciencia y una actitud consecuente, se resuelve en cuestión de semanas.

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