NIÑOS PROVOCADORES

Coks Feenstra · Psicóloga Infantil

20 de mayo de 2008

NIÑOS PROVOCADORES

Algunos niños siempre causan problemas, tanto en casa como en el colegio. Son rebeldes, protestones y difíciles de tratar. ¿De dónde viene esta conducta? Y ¿cómo hay que tratarles?

Primer de todo debes distinguir si se trata de un problema temporal o si la conducta difícil de tu hijo es un rasgo permanente de su carácter. En el primer caso el problema se presenta de improvisto: el niño, siempre plácido, se vuelve irritable, desafiante, y se niega a colaborar. En este caso hay un factor desencadenante, como una mudanza, un nuevo hermanito, divorcio de los padres, etc. En cuanto el niño se acople a la nueva situación, el problema desaparece (no suele durar más de unos meses). El niño con un carácter difícil es otro cantar. Muchas veces ya es un bebé difícil, fácilmente irritable, que no se acopla a un ritmo fijo de siestas y comidas. También suele ser un niño nervioso y activo, que necesita vigilancia constante por parte de sus padres, cuando empieza a andar. Y cuando entra en la guardería o colegio, llama la atención por su conducta agresiva y provocativa. A veces debajo de esta serie de síntomas va escondido el síndrome del déficit de atención con (o sin) hiperactividad (TDAH), una anomalía neurológica, que le impide al niño estar atento, seguir órdenes y hacer caso. Un 10% de los niños sufre este síndrome y necesita un tratamiento médico y psicológico.

¿QUÉ FACTORES INTERVIENEN EN ESTAS CONDUCTAS DIFÍCILES?

En primer lugar un factor importante es el temperamento del niño. Ya hemos comentado que algunos niños nacen con un carácter más difícil que otros. No se le puede cambiar, pero se debe tener en cuenta este dato. Otro factor que influye es la historia de aprendizajes en la familia: ¿cómo reaccionan los padres ante la conducta del niño? Si le dedican mucho tiempo a sus conductas negativas, dejando de lado las buenas, el niño persistirá en esta conducta. Otro elemento a tener en cuenta es la personalidad de los padres: si la madre (o el padre) es muy irascible y salta a la primera, le está dando un mal ejemplo al hijo. Además, al tener una personalidad parecida a la del niño, la convivencia resulta ser difícil. Los padres deben darse cuenta cómo su carácter lleva a confrontaciones con el niño; sólo si lo analizan, aprenderán a controlarse, lo cual tiene un efecto positivo en el hijo. Hay que tener en cuenta estos tres factores para comprender mejor lo que ocurre en tu casa.

El niño provocador necesita un entorno especial y pedagógico para poder ir modificando su conducta. Veamos las pautas que le sirven:

 Evita reforzar su conducta desafiante; por ejemplo si le prestas atención cuando se comporta mal, le estás reforzando este comportamiento (ten en cuenta que las riñas o castigos también implican ¡atención!). Ignóralo en estos momentos. No siempre será posible ignorarlo: si quieres que haga algo, como ir a la cama, y se resiste, levántalo y llévalo sin más. Si esperas, él está consiguiendo lo que quiere: aplazar este momento. O, si está molestando a su hermanito y no te hace caso a pesar de tus avisos, llévale al pasillo, donde debe permanecer hasta que le abras. Si vuelve a las andadas, nada más estar de nuevo con vosotros, debes repetir la acción. Pero si, después del rato en el pasillo, empieza a jugar tranquilamente, debes elogiarle enseguida (‘me alegro mucho cómo te comportas ahora’). Así, poco a poco, se romperá el círculo vicioso de atraer la atención por malas conductas.

 Sé consistente: tu línea educativa debe ser clara, de modo que tu hijo sabe a qué atenerse. Además, tu pareja y tú debéis actuar de mutuo acuerdo. Pej. si tu hijo te pide cosas en el supermercado, mantén tu ‘no’ todos los días. Para el niño ‘provocador’ lo imprevisible le produce ansiedad, lo que a su vez provoca reacciones desafiantes. En el colegio deben tratarle del mismo modo. Conviene que su maestra le dedique tiempo especial, que le ponga al lado de un niño que tenga buena influencia sobre él y que vigilen en las horas de recreo. Un contacto estrecho entre el colegio y la casa es importante. A veces la ayuda del psicólogo del centro es conveniente (para observar al niño y apoyar al profesorado). El deporte también puede ser de ayuda para tu hijo. Elige uno que le guste (lo más probable es que pruebe varios hasta encontrar ‘el suyo’).

 A veces los días transcurren en un ambiente tenso: los padres se levantan ya tensos, pues cada tarea es una lucha: vestirle, el desayuno, etc. Anota durante tres días todo lo que ocurre entre vosotros: las conductas del niño, tus reacciones y tus sentimientos, las intervenciones del papá u otras personas. Analiza con tu pareja, a raíz de tus anotaciones, cuáles son los momentos críticos. Al anotarlo, lo verás con mayor claridad y te permitirá poner remedios. Si por ejemplo tu hija por la mañana te pone muchas trabas a la hora de vestirla, es una buena idea que el papá se encargue de esta tarea. Inventa nuevas estrategias para los momentos más críticos.

 Muchas veces la única conversación con el niño es: ‘deja esto; ya estás otra vez; OH Díos mío, ¡otra vez no!’ etc. Hay que romper este círculo. Procura dedicarle a diario un tiempo exclusivamente para él (sin mezclarlo con otras tareas), como llevarle al parque, jugar juntos a la oca, etc. Y emprende actividades amenas con él. Así notarás de nuevo lo gozoso que es estar con él.

 Si su conducta es muy persistente, emplea el truco de los premios. En un cartel anotas las conductas que debe mejorar. Cuélgalo en un sitio céntrico. Cada vez que lo haga bien, dibujas una bandera de victoria. Con un número determinado de banderitas, obtendrá un detallito (un pastel, ver la tele). Este sistema funciona a partir de los cuatro años.

RECUERDA:

Si se permite que la conducta desafiante perdure, casi siempre empeora. Por ello es importante intervenir. Si el niño en un mes no mejora a pesar de aplicar a rajatabla estas pautas y además sufre problemas en el colegio, conviene acudir a un psicólogo infantil.

Detrás del niño rebelde, se esconde un niño muy inseguro de sí mismo y con baja autoestima. La agresividad y las provocaciones son un medio para ahuyentar a la gente, así disimulando sus necesidades afectivas. Dedicarle tiempo especial y en exclusivo siempre es un buen antídoto.

Libros que te ayudan para comprender mejor sus reacciones, son los siguientes: ‘Hijos desafiantes y rebeldes’ de Russell A. Barkley y Christine M. Benton y ‘Peleas y Provocaciones’ de John Pearce, ambos de Paidós.

Dibujos: Celìa Vallès

De mis libros \\\\\\\’El Gran Libro de los Gemelos\\\\\\\’ y \\\\\\\’¡Socorro! Mi hijo no come\\\\\\\’, Ediciones Médici

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