¿POR QUÉ MI HIJO DE 2 AÑOS TIENE PESADILLAS?

Coks Feenstra · Psicóloga Infantil

13 de mayo de 2014

¿POR QUÉ MI HIJO DE 2 AÑOS TIENE PESADILLAS?

Dormir de un tirón es algo que todos los padres anhelan. No obstante, una tercera parte de los niños de dos años se despierta

por la noche y despierta a sus padres debido a sus pesadillas. Os explico las causas y las soluciones.

En esta fase el niño vive a diario una multitud de experiencias: corre, habla, juega, no para ni un minuto, pregunta, aprende etc. Por la noche no logra asimilar esta avalancha de impresiones y por ello tiene el sueño intranquilo, tal como nos pasa a nosotros, cuando llevamos una agenda muy apretado. Además, el niño a esta edad no distingue entre la realidad y la fantasía; lo que se inventa durante el día en su fantasía, le parece real y esto aumenta su miedo. Por ejemplo muchos niños tienen miedo al váter, ya que piensan que por este agujero puede desaparecer de todo, incluso ellos mismos. Por la noche sueñan con estas fantasías. Y hay un factor más que influye que por las noches busca tu atención y cariño: el niño está descubriendo su ‘yo’, su propia personalidad, lo que le lleva a protestar continuamente contra ti. ¿Te vienes conmigo?, ¿te pongo el abrigo? a todo responde con un ‘no’ rotundo, ya que es su forma de afianzar su personalidad. Es una fase necesaria (así siente el ‘yo’), pero no es agradable, ni para ti, ni para él; el afán por la independencia causa en él al mismo tiempo una sensación de inseguridad (‘¿todavía me querrán?’). Y por ello aflora en él el miedo al abandono, sobre todo cuando llega la – tan temida – oscuridad.

MALOS SUEÑOS

Una pesadilla es un sueño en el que ocurre algo que asusta al niño, por lo que se despierta y reclama llorando tu presencia. Algunos niños hablan o dicen algunas palabras, por lo que entiendes que está asustado. También su cara te lo indicará. Conviene que le consueles, diciéndole que ha tenido un mal sueño. Aunque todavía no entenderá esta expresión, tu presencia y tu actitud tranquila le reconfortan y se calma. Lo más difícil viene en el momento después, dado que no tardarás en calmarle. Es muy probable que no quiera conciliar el sueño, por miedo a que se repita la pesadilla. Te pedirá que no te vayas o que lo lleves contigo a tu cama. Depende de ti misma y del niño cuál es la solución más acertada. A algunos padres no les molesta que sus hijos duerman con ellos y no hay nada negativo en ello. No causa una dependencia emocional, como muchas veces se afirma erróneamente. Es más bien lo contrario: le da seguridad al niño y desde esta seguridad llega más fácil a su independencia.

El periodo de las pesadillas suele durar de unas semanas a unos meses y por lo tanto dormir contigo no se convertirá en un hábito. Para evitarlo, lo llevas otra vez a su cama en su habitación, cuando, pasado un tiempo, notas que ya de nuevo está preparado para el sueño solitario.

Otros padres optan por poner una cama extra en la habitación del niño y pasan por turnos la noche con él. Así no es necesario levantarse, ya que el niño, al percatarse de la presencia paterna, vuelve a dormirse rápidamente; a veces oír la voz paterna ya es suficiente. Y otros prefieren quedarse con el niño hasta que se haya dormido de nuevo para escabullirse a su cama después. El único inconveniente puede ser que el niño vuelva a tener más pesadillas durante la misma noche. Pero cada familia ha de buscarse la manera que más le convenza.

¿SE PUEDE PREVENIR LAS PESADILLAS?

Las pesadillas vienen causadas por el estadio de madurez del niño y por ello son normales durante este periodo de la vida del niño. Ocurren en la fase activa del sueño, el periodo REM (Rapid Eye Movements en inglés), que prevalece en el niño pequeño y que disminuye con la edad. Sin embargo, conviene que anotes la frecuencia de las pesadillas en un librito para así poder encontrar una relación entre su vida durante el día y su sueño por la noche. Algunos niños tienen pesadillas después de ver una determinada serie en la televisión, un cuento o un día muy ajetreado. Otros las tienen en los días que van a la guardería y no durante los fines de semana (quizás les cueste la separación de los padres o no estén a gusto en su grupo). En estos casos se puede poner remedio a las causas (evitar la tele, este cuento, organizar los días de forma más tranquila y pedir el cambio de grupo en su guardería). Pero en muchas otras situaciones no es posible ni averiguar ni evitar las causas y es cuestión de tener paciencia y no desesperarse. El niño por sí solo supera esta fase al llegar a un mayor estadio de madurez. Mientras tanto, es bueno que le consueles y que busques una solución que sirva a vosotros.

LOS TERRORES NOCTURNOS

Hablamos de terrores nocturnos cuando el niño se despierta por la noche, llorando, gritando y agitándose mucho en su cama. Cuando te acercas a él, continuará llorando, como si no notara tu presencia. Tiene los ojos muy abiertos de par en par, te mira fijamente, sin verte. El niño permanece en un estadio profundo del sueño y no está despierto. Lo mejor que puedas hacer, es esperar hasta que el terror nocturno pase por sí solo (puede durar 5 hasta 30 minutos). Suele ser una experiencia aterradora para los padres, aunque no hay motivo para ello. El niño al día siguiente no se acuerda de nada. El terror nocturno siempre aparece en la fase del sueño profundo, durante el cual no aparecen sueños sino pensamientos o imaginaciones. Tiene una base genética y puede ser desencadenado por situación de estrés y acumulo de vivencias excitantes para el niño.

¿CÓMO ACTUAR?

• No le despiertes y espera tranquilamente hasta que se le pase. No hay que intentar hacer razonar al niño. El niño está en la fase profunda del sueño. No puedes influir en el curso del terror nocturno; ése remite por sí solo.

• Puede ser aterrador ver a tu hijo tan alterado y confuso, pero mantén la calma. Los terrores nocturnos forman parte del proceso evolutivo y tienen que ver con el crecimiento del sistema nervioso. Su incidencia es mayor entre los 3 y 5 años.

• Procura que el niño no llegue demasiado exhausto a la cama, ya que este estado puede desencadenar el terror nocturno.

Tanto las pesadillas como los terrores nocturnos son más frecuentes en los niños que en los mayores y se deben considerar como parte del desarrollo normal.

Texto, en parte extraído del libro:

‘El día a día con los hijos’ Coks Feenstra

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