LAS REACCIONES DE LOS NIÑOS TRAS UN DIVORCIO

Coks Feenstra · Psicóloga Infantil

22 de junio de 2012

LAS REACCIONES DE LOS NIÑOS TRAS UN DIVORCIO

Los niños, igual como los adultos, sienten una amplia variedad de emociones en reacción a la ruptura familiar. Estas se dan en el primer periodo posterior al divorcio, pero pueden reaparecer en otras épocas de su vida.

Los niños necesitan poder tener y expresar sus emociones y sentimientos sobre el divorcio. Y los padres pueden ayudarles a hacerlo. Si a los pequeños no se les permite enfrentarse a sus sentimientos, éstos pueden emerger más adelante en problemas como tristeza, ansiedad de separación, miedos, dificultades de concentración, trastornos de sueño o molestias psicosomáticas, como dolor de tripa o cabeza, eczemas, vómitos, etc. No es nada fácil proporcionar a los hijos el espacio emocional que necesitan para elaborar sus sentimientos. ¿Cómo soportar el llanto y la tristeza de una hija, cuando uno mismo se siente afligido por lo sucedido? La separación requiere, más que en otras situaciones, la capacidad de sobreponerse a los propios problemas en excelencia. De todos modos, es importante que los propios padres cuenten con un espacio donde compartir y expresar sus emociones. Este puede ser un buen amigo, un familiar o un terapeuta. Contando con esta posibilidad le será más fácil al padre o a la madre darle al hijo el apoyo que necesita. Y por otro lado, conocer las reacciones más habituales en los niños a raíz de una separación, os ayudará en esta tarea. Aquí os explicaré las reacciones más frecuentes en los hijos pequeños (0-6 años):

MIEDO

El niño siente miedo al abandono, miedo de separarse de sus papás. Una ruptura hace tambalear toda la seguridad de la que estaba construida su vida. Pueden aparecer todo tipo de miedo: a la muerte, a las tormentas, a los insectos, a los lugares cerrados y un largo etcétera.

¿CÓMO AYUDARLE? Mostrarle comprensión, no criticarle y tener paciencia. A algunos niños les ayuda plasmar en un dibujo todo lo que les causa miedo. También la lectura de un libro infantil, que hable de las emociones en torno a una separación, puede ser una buena ayuda.

TRISTEZA

¿Cómo lo expresa un niño? Llorar, estar callado, buscar la soledad (refugiarse en un rincón), dejar de jugar o solo jugar en solitario, evitar el contacto con otros niños, perder interés por actividades que antes le encantaban, hacer dibujos que reflejen tristeza, como una corazón partido o una casa vacía y también ser agresivo y enfadado (más frecuente en los niños que en las niñas).

¿CÓMO AYUDARLE? La mejor forma para apoyarle es permitirle expresar su tristeza y hablarle sobre ella, utilizando palabras sencillas. ‘Te veo triste ¿verdad?’. Le ayuda conocer el término para la emoción que le embarga, sobre todo si aún es pequeño (menos de 6 años). Quizás le ayude dibujar su emoción en un papel o modelar algo de barro.

ENFADO

Muchos niños y sobre todo los del sexo masculino expresan sus sentimientos peleándose con otros niños, gritando a sus padres, profesores y otras personas cercanas o comportándose de modo destructivo. Los niños mayores, dado que entienden mejor el origen de la ruptura, pueden dirigir su enfado hacia el progenitor que ellos creen que tiene la culpa del divorcio.

¿CÓMO AYUDARLE? El mejor antídoto contra el enfado es permitir que el niño exprese sus sentimientos de una forma aceptable. Así el niño aprende a contener este torbellino de emociones irresistibles. Sugerirle a dar puñetazos a un cojín, chutar la pelota, correr en el parque son unas tácticas que le ayudan dar salida a su enfado. No hay que negar su enfado ni criticarle por ello, menos aún forzarle a que lo guarde para sí mismo. Esto solo contribuiría a que el niño terminara deprimiéndose. El enfado tiene su razón de ser y el niño necesita exteriorizarlo. Si el niño reacciona retrayéndose en sí mismo y encerrándose en sí mismo, es bueno incitarle a que exprese lo que siente. Leerle un cuento infantil sobre la separación también puede ser una buena herramienta.

CULPA

La culpa emana de la creencia infantil de que ellos son el centro del universo y como tal, tienen que ser la causa o el fin de todo cuanto ocurre a su alrededor. ‘Si me hubiera comportado mejor, si no habría gritado tanto, si no hubiera deseado que papá me dejara en paz, ahora los dos aún estarían juntos’. Este es su pensamiento. Sin querer, los padres a veces alimentan este tipo de pensamientos en el hijo: ‘Tu madre, desde que tiene a ti, no es la misma’. O ‘tu padre no puede con el trabajo y los cuidados de vosotros’.

¿CÓMO AYUDARLE? Hay que insistir una y otra vez que la separación es una decisión exclusivamente de los padres. Dada la tendencia de los niños a auto-inculparse es importante elegir las palabras con sumo cuidado.

SOLEDAD

El niño se siente solo, ya que su familia no está completa. Si está con papá, echa en falta a la madre y al revés si está con la madre. Por este motivo los reencuentros y las despedidas tras las visitas suelen ser momentos tensos y dolorosos. No pocas veces el niño se comporta mal en las transiciones de una casa a otra. Los niños pueden imaginarse un amigo invisible con el que comparta todas sus vivencias o bien se aferra a una mascota a la que lleva de una casa a otra (un peluche o bien un animal vivo).

¿CÓMO AYUDARLE? Para el niño es importante poder compartir la añoranza al padre ausente con el progenitor con quien esté en este momento. Si los padres aceptan este tipo de emociones, el niño no tendrá que esconderlos y podrá, por ejemplo, llamar a su madre cuando esté con su padre y viceversa. Por tanto es muy importante que tanto el padre como la madre no le involucren al niño en la lucha entre ellos y que en todo momento tengan en cuenta que el niño quiere a los dos. A veces es bueno organizar que el niño pueda pasar tiempo con una tercera persona, ligada a la familia y al niño, como por ejemplo los abuelos, un tío etc. Sobre todo cuando los propios padres estén desbordados por la situación y cuando no puedan darle al hijo lo que necesite, la cercanía de otra persona familiar y conocida puede ser un punto de apoyo importante.

RECHAZO

El niño se siente rechazado por el padre que se va de casa. Tiene miedo a que el progenitor que deja la casa, no solo abandona a su pareja, sino también a él. Si este progenitor no cumple las promesas del régimen de visitas, el niño lo vive como la prueba de que efectivamente sea así.

¿CÓMO AYUDARLE? El progenitor que deja de vivir en la casa familiar, tiene que responsabilizarse de mantener viva la relación con su hijo. El niño aún no puede hacer esto por su cuenta, pero su papá (o la mamá) sí.

RETROCESO EN EL DESARROLLO

Muchos niños reaccionan ante la ruptura de sus padres con un retroceso en su desarrollo: vuelven a mostrar conductas que ya tenían superadas. Por ejemplo, vuelven a hacerse pis por la noche; piden de nuevo el chupete y el biberón; dejan de vestirse solos o ya no quieren dormir solos. Es una reacción normal que le permite retirarse a un lugar donde se siente seguro. Es como dijera: ‘Me afecta tanto que papá y mamá ya no están juntos a mi lado que no puedo seguir siendo un niño mayor. Cuídame mucho, por favor’. Esto es justo lo que el niño necesita. Los retrocesos no suelen durar mucho tiempo y tampoco son motivo para alarmarse. Suelen tener una duración de unas semanas o unos meses.

¿CÓMO AYUDARLE? No recriminarle sus exigencias ni sus conductas. Lo que el niño busca, es la sensación de amparo y seguridad. Por tanto, hay que dárselo en la medida de lo posible. Por ejemplo, Pablo, 4 años ya no quiere dormir solo. Pues, sus padres le permiten que de momento duerma con su hermano o con uno de ellos. Así su necesidad por sentirse seguro se queda colmada. O Laura, de 3 años ya no quiere comer solo y pide que se lo den. Su madre también se lo permite y le da la comida, como si fuera más pequeña. Esto no es un problema, ya que el mismo niño superará este bache y volverá al estadio madurativo anterior. Solo en caso de que el retroceso impacte mucho en su vida y no mejore con el tiempo, es conveniente buscar ayuda de un psicólogo infantil.

PROBLEMAS DE SUEÑO

Muchos niños desarrollan problemas de sueño a raíz de la ruptura de sus padres. Pueden ser varios: dificultad para conciliar el sueño, no querer dormir solo, despertarse muchas veces durante la noche, tener pesadillas, terrores nocturnos etc. El sueño tiene para el niño un elemento aterrador; es la incursión en el mundo oscuro y desconocido. Sobre todo en niños cuyos padres abandonaron el hogar de la noche a la mañana, el miedo puede ser muy fuerte.

¿CÓMO AYUDARLE? El miedo al abandono, mientras él duerme, se puede evitar informando al niño sobre la marcha del progenitor y despedirse de él. El niño debe vivir este momento, aunque sea doloroso, en vez de descubrir por la mañana que el papá ya no está. En cuanto a los problemas a la hora de irse a la cama y dormirse, para el niño pequeño es bueno aplicar una rutina diaria, la misma que ya se hacía antes del divorcio. Como el baño, el cuento, un rato de conversación en la cama con mamá o papá y el beso de buenas noches. O cualquiera que fuera vuestro ritual. Estas actividades son importantes, no solo por el contenido, sino también por la intimidad y los recuerdos que suscitan. También es bueno permanecer un rato con él o cerca de él (haciendo tareas domésticas en el cuarto de baño). Asegúrale que vuelvas a verle en breve. Así el niño se siente arropado y sabe que cuenta con tu presencia. Si las noches son realmente desastrosas (el niño se levanta muchas veces llorando y pidiendo compañía), lo mejor es permitirle por un tiempo dormir en la habitación paterna. No le perjudicará, al contrario: al sentirse seguro y acompañado, su sueño mejora. Lo que conviene tener en cuenta, es que esta es una medida temporal. En cuanto el niño vuelve a ser el de antes, volverá a dormir en su cuarto. Si se prolonga por mucho tiempo el dormir con la madre (o el padre), peligra el desarrollo de la autonomía del niño. En general la mejor actitud ante los problemas del sueño consiste en aplicar una sola táctica, tener paciencia y mantener la perspectiva a largo plazo. Todos los problemas del sueño son temporales y pasajeros. En niños más mayores la mejor solución es intentar hablar con él para que pueda exteriorizar sus emociones. A veces es necesario la ayuda de un psicólogo infantil.

PROBLEMAS PSICOSOMÁTICOS

Algunos niños reaccionan al estrés que viven por causa del cambio en su familia con problemas físicos que tienen un origen emocional: dolores de cabeza, estómago, pecho, náuseas, vómitos, eczemas, asma o alergias. O bien cogen virus con mucha frecuencia y facilidad. Los niños no utilizan estas quejas intencionadamente para atraer la atención. Desarrollan este tipo de problemas porque no pueden (o no se les permite) reconocer, expresar y afrontar abiertamente sus propios sentimientos. Sus dolores son reales y necesitan una revisión médica.

¿CÓMO AYUDARLE? Hay que dedicar atención a sus quejas y tomarlas en serio. Si el pediatra indica que no haya una causa física, hay que intentar darle ayuda a nivel psicológico, como hablar con él sobre lo ocurrido, leerle cuentos que traten el divorcio, animarle a que dibuje lo que siente por dentro o bien llevarlo a un psicólogo infantil.

¿CUÁLES SON LOS EFECTOS A LARGO PLAZO?

Superar el divorcio de los padres es un proceso largo. Según los estudios, los problemas más acuciantes para las niñas desaparecen entre los 6 y 12 meses al producirse la ruptura y en los niños entre el año y medio y los 2 años. Pero también hay que tener en cuenta que algunas reacciones no tienen una base temporal. Los niños pueden seguir teniendo momentos difíciles en ocasiones especiales, como en su cumpleaños, la fiesta de los 15 años (en Suramérica), cuando saca la Selectividad etc. Son celebraciones de la vida donde la ausencia de uno de los padres se hace notar. ¡Bendecidos aquellos padres que son capaces de celebrar estas fiestas conjuntamente!

La psiquiatra Judith Wallenberg, de EE.UU. puso de relieve en un estudio que los efectos de un divorcio aún están presentes unos 30 años más tarde cuando los mismos niños empiezan a formar una familia. El riesgo a que su relación fracase, es mayor en ellos que en otros hijos. Esta investigadora también demostró que los hijos de padres separados, consiguen mantener su propia relación sentimental intacta cuando se reconcilian con los errores de sus padres y ven la parte implicada de cada uno. Es entonces cuando dejan de culpar a uno de la separación, ya que ven que una relación siempre es cuestión de dos personas. Con este entendimiento, que solo se produce después de muchos años, termina por fin el problema de la lealtad. Se llega a un entendimiento de ambas partes. Y es cuando realmente entienden los motivos por los que sus padres actuaron tal como lo hacían, logran dar forma a su propia vida e ir por otros derroteros.

Artículo escrito especialmente para www.coksfeenstra.info

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