EL BEBÉ QUE LLORA MUCHO

Coks Feenstra · Psicóloga Infantil

2 de mayo de 2012

EL BEBÉ QUE LLORA MUCHO

Una de las conductas que más desesperan a los nuevos papás, es el llanto de su bebé y sobre todo, cuando es casi continuo. Una madre nos cuenta su experiencia:

‘Mi hijo ahora es un niño alegre de 3 años, pero nunca olvidaré el primer medio año de su vida. Desde el primer día lloraba mucho. El parto fue rápido y sin problemas, aunque él vino de nalgas. Las enfermeras del hospital me dijeron que tenía un bebé llorón, pero yo pensaba que todo iría mejor, una vez que estuviéramos en casa. Pero no fue así. Mi bebé continuaba llorando. Me acuerdo sobre todo cómo paseaba con él, pegado a mi pecho por el salón a un ritmo fijo, día y noche. Veía cómo se hacía de noche, cómo se apagaban las luces de los vecinos y cómo se hacía de día. Fue desesperante, pero paseando así con él era lo único que le calmaba. Cuando le acostaba en su cunita, la mitad de las veces empezó a llorar de nuevo y todo empezaba otra vez: pasearle, calmarle con el ritmo constante, dormirle y esperar que la siguiente vez se durmiera en su cunita. No podía hacer nada más, ni compras, ni comidas, nada. Mi madre se ocupaba de mí y yo del bebé. No sé las veces que me dijeron que le dejara llorar. Siempre pensé que me necesitaba, que su llanto indicaba algo. Empecé a odiar el teléfono o las visitas, porque no me dejaban consolarle como quisiera. A veces durante una visita le dejaba llorar un rato, pero me ponía muy nerviosa. El bebé mamaba bien, dormía un poco tras la toma, se despertaba y lloraba hasta la siguiente toma. El pediatra no sabía qué decirme. Yo intenté de todo: pensando que quizás fueran cólicos, dejé de tomar leche y productos flatulentos; le di infusiones de hinojo, pasé a la leche artificial, le compré varias diferentes tetinas, pero nada dio resultado.

Cuando tenía once semanas, leí un artículo sobre bebés llorones. ¡Reconocí a mi bebé! Me hizo ver que no era mi culpa. Solamente tenía un bebé difícil. También leí que el llanto cesaría y que debía seguir mi intuición. Fue toda una revelación y el artículo me dio ánimos. Sabiendo que el llanto algún día cesaría, lo podía aguantar mejor. Acepté que sería un periodo difícil, pero con fin. Empecé a descubrir que podía hacer cosas con mi pequeño que le agradaban, como tomar juntos un baño. ¡Le encantaba! También le gustaba el paseo en el cochecito, mientras yo no paraba de andar. Le acostaba por la noche a mi lado en la cama, así por lo menos dormíamos unas horas seguidas. Y lo llevaba mucho tiempo en el maxi-cosi. Iba cogiendo práctica, llevándolo con una mano en el cuco y haciendo cosas con la otra. Si la gente me preguntaba cómo iba, les decía sin tapujos que tenía un bebé difícil, pero que sobreviviríamos. Ya no me importaban sus comentarios ni sus consejos. Me sentía mucho más segura. En el cuatro mes empezó a dormir más horas seguidas por la noche y en los siguientes meses sus llantos disminuyeron. A pesar de que su llanto no desapareciera del todo en el primer año, mi pequeñín se volvía más tranquilo.

Es una pena que nadie me informara lo que significa tener un bebé llorón. Si llego a saberlo antes, no hubiera sufrido tanto. Esa información es muy importante’.

¿CUÁNDO HABLAMOS DE UN BEBÉ LLORÓN?

Hay bebés que lloran mucho. Siempre ha habido, pero últimamente es un tema al que los científicos prestan más atención. Sobre todo el llanto excesivo para el que no hay ninguna explicación: el bebé está sano, crece bien, pero llora mucho. Si llora más de tres horas al día, durante más de tres días a la semana y por tres semanas seguidas, los pediatras lo consideran un bebé ‘llorón’.

Los estudios demuestran que algunos bebés son sensibles a la luz, los sonidos e incluso a la manera en la que son cogidos. Si por ejemplo son cogidos sin hablarles previamente y prepararles de algún modo ante el acto, se asustan y lloran. Se les llama ‘bebés irritables’. La mayoría de los bebés que lloran mucho, son bebés fácilmente irritables. La irritabilidad es un rasgo del bebé difícil. Gran número de bebés llorones son de este temperamento, pero no todos.

En Holanda el psicólogo infantil Dympf van den Boom estudió un grupo de 647 bebés. Descubrió que uno de cada seis es un bebé irritable. Estos pequeños lloran los primeros seis meses de su vida unas seis horas al día. Esto es el doble de lo que llora un bebé normal. Sobre todo los primeros tres meses son muy difíciles. Después el llanto va a menor, pero el bebé irritable continúa siendo en los años posteriores un niño movido y enérgico, al que es más difícil consolarle que a otro con un temperamento más templado.

No solo lloran mucho, sino también son difíciles de consolar. Van den Boom les examinaba entre el día 10 y 15 al nacer para distinguir entre los irritables y los no-irritables. La investigación tuvo primero lugar durante el sueño: observaba cómo el bebé reaccionó ante una luz y una campana sonora. ¿Seguía durmiendo? O ¿empezaba a llorar? A continuación despertaba al bebé y observaba sus reacciones, cuando le ofreció un sonajero, al decirle su nombre etc. Anotó un total de 25 reacciones. También examinó todos los reflejos de los bebés.

La cantidad del llanto durante la investigación ya era una buena indicación de su irritabilidad. También observó qué tipo de atenciones el bebé necesitaba para calmarse.

Los resultados de esta investigación demuestran que hay grandes diferencias entre los bebés: algunos se alteran mucho con un mínimo estímulo (los así llamados bebés irritables) y otros no se inmutan por nada. Estas son diferencias innatas. La cantidad de consuelo que un bebé necesita también es muy diversa: algunos se calman al rato por sí solos, por ejemplo chupándose los dedos o sin este gesto. Otros continúan llorando hasta que sus papás les cojan en brazos y los mezan. El factor influyente en estas diferencias es el temperamento del bebé.

El estudio del psicólogo D. van den Boom demuestra que es conveniente consolar al bebé irritable antes de que llore a pulmón lleno. Cógele en cuanto empiece a gimotear o lloriquear. Por ejemplo dale la toma al observar las primeras señales de hambre y antes de que estalle en un llanto. Hablarle a una distancia o intentar desviar su atención no suele surtir efecto. Cogerle en brazos y llevarlo en un marsupio sí.

UN CONJUNTO DE CAUSAS

No siempre se consigue averiguar la causa de los llantos.

Algunos expertos acechan los excesivos llantos a varios factores: el bebé tiene que aprenderlo todo, el nuevo ritmo del día y de la noche (dentro del vientre materno estaba siempre más o menos oscuro), el ritmo de hambre y saciedad (en el vientre no existía el hambre, el aporte de nutrientes era constante). Además, el bebé debe aprender a sentirse bien en este mundo con sus numerosos estímulos. Los sentidos del bebé son muy sensibles y todo su entorno es demasiado agotador para él. El sistema nervioso del bebé todavía es inmaduro y le cuesta procesar y digerir toda esta luz, estos ruidos, el movimiento. No es capaz de protegerse de este bombardeo de estímulos.

A veces un embarazo y/o un parto estresante son el desencadenante del llanto. Además, la madre y el bebé son una unidad emocional. Los sentimientos de la madre, como el estrés, no permiten que ella sea como un puerto seguro para su pequeño. Su tensión le desconcierta.

No podemos hablar de una sola causa que desencadena el llanto excesivo del bebé. Siempre es importante tener en mente las posibles causas sin cerrarte ante otras posibilidades. No es un comienzo fácil en la vida, pero el tiempo siempre está de tu parte: los llantos suelen ir disminuyendo con el tiempo. En caso de que la irritabilidad del bebé sea la causa, esto es entendible, ya que el sistema nervioso del bebé madura a medida que el pequeño crece.

TÉCNICAS PARA CALMAR AL BEBÉ

Hay muchas tácticas que ayudan a calmarle, pero algunas han demostrado ser especialmente efectivas para los bebés que lloran mucho:

 Consuélalo llevándolo en la posición fetal: mantén a tu bebé pegado a tu cuerpo con sus brazos y piernas doblados y con una mano tuya por debajo de sus rodillas. Apoya su cabecita contra tu pecho y procura que esté un poco corvado con sus manitas cerca de su boca (así puede chupar su dedo). Apoya tu cabeza contra la de tu bebé. Mécele suavemente y da palmaditas por debajo de sus nalgas en el ritmo de tu corazón.

 Si tu bebé quiere estar en tus brazos la mayor parte del tiempo, un portabebés te será muy útil. Busca uno de acorde con su edad. Un bebé de pocos meses no debe estar en posición recta, ya que los músculos de su espalda no pueden aún aguantar esta posición. El bebé, en este caso, debe ser llevado en posición horizontal.

 Una hamaca es otro dispositivo idóneo que al bebé relaja mucho gracias a la posición fetal. Se utiliza frecuentemente para los bebés prematuros. Al bebé que se estira y se tensa, le favorece esta postura corvada. Cuélgala en su cuna o dentro del parque. Se vende en tiendas especializadas de puericultura. También una silla mecedora te pueda servir. Busca la postura que te resulte cómoda y procura no cambiar. Los movimientos rítmicos os relajarán a los dos.

 Coloca algo tuyo que huela a ti en su cunita o moisés, como un pañuelo o un babero que hayas llevado un tiempo contigo. Al bebé le calma oler tu ‘perfume’ personal.

 Cógele siempre con movimientos pausados, como en slow motion.

 Permítele que duerma contigo en la misma habitación. Algunas madres duermen con su pequeño en la misma cama, ya que solo de este modo consiguen dormir algo. Se llama ‘colecho’. Las opiniones sobre el ‘colecho’ están contrapuestas: hay pediatras que lo desaconsejan por el riesgo a la muerte súbita. No obstante, otros opinan que el dormir juntos previene la muerte súbita, ya que las fases del sueño de madre y bebé se igualan y la fase del sueño profundo se acorta (es la fase en la que seguramente ocurren la mayor parte de los fallecimientos por la muerte súbita). Ciertas precauciones siempre son necesarias, como no tomar alcohol, ni medicamentos somníferos, ni tener sobrepeso y ni tener un colchón blando.

UNA CONVIVENCIA DIFÍCIL

Ser madre (o padre) de un bebé llorón es extremamente difícil. Seguramente pierdes la confianza en ti misma, ya que nada lo que haces, parece ayudar al bebé. Te sientes seguramente angustiada, desesperada, frustrada e impotente. La situación que vives, no es exenta de riesgos: los estudios demuestran que los bebés llorones corren riesgo de ser zarandeados o maltratados. Es comprensible si pensamos que a la desesperación se añade el agotamiento y cansancio físico, por lo cual se pierde fácilmente el control de los impulsos. Algunos padres se rinden, pensando ‘Llora todo lo que quieras, yo ya no sé qué hacer, ya que nada de lo que hago, tiene efecto’. No pueden más. Un bebé llorón afecta además a la relación de pareja. Muchas veces la madre se vuelca en el pequeño y el padre, al ver que no queda espacio para él, abandona.

Los siguientes consejos te ayudarán si te encuentras en esta situación difícil:

 Dirige tu energía en buscar ayuda para pasar lo mejor posible esta fase (averiguar las causas del llanto de momento no es una prioridad). Muchas madres en esta situación se aíslan en casa, pero es contraproducente, ya que aumenta el estrés. Necesitas a otras personas para alternar los cuidados al bebé. Haz un esquema de los días de modo que tú puedas salir con cierta frecuencia. No oír su llanto te aliviará (aunque seguramente lo seguirás oyendo en tu imaginación. Procura hacer algo que te relaje, como ir a la piscina, visitar a una amiga, etc. Cuídate de ti misma, ya que solo así podrás cuidar de tu bebé. Esto sirve para todas las mamás, pero para ti aún más.

 Alterna en lo posible las noches con tu pareja. Es importante que duermas todo lo que puedas. Si el marido no puede, quizás haya algún familiar o amiga que se ocupe gustosamente del bebé durante alguna que otra noche. Aprovecha también las siestas de tu pequeño para recuperar el sueño.

 Haz un registro de su llanto. Anota cada hora si el bebé duerme, llora, come o está despierto. Probablemente descubras un patrón que quizás te ayude a esclarecer los motivos. Por ejemplo tu bebé siempre llora tras una toma o a horas determinadas. Llévale estos datos a tu pediatra para que te asesore y entienda que la situación realmente es difícil.

 Habla con una persona de confianza sobre lo que estás viviendo con tu bebé. Es importante que puedas desahogarte, llorar y compartir tus emociones. Así entenderás mejor el efecto que tiene el llanto en ti y te comprenderás mejor a ti misma. Este periodo para ti no solo es difícil, sino también muy decepcionante. No es en absoluto lo que esperabas. Expresa todas las emociones que esta situación evoquen en ti. Si no tienes a nadie con quien compartir tu vivencia, no dudes en acudir a un psicólogo.

 Mantén un ritmo fijo en cuanto a tomas y siestas. Puede ser difícil si el bebé cada día se duerma a horas distintas. Pero si por ejemplo siempre pide una toma a las seis de la mañana y el resto del día transcurre sin ningún orden fijo toma esta hora como punto de partida. Calcula a partir de las seis la siguiente toma cada tres (o dos y media) horas. Así le ayudas a adoptar una rutina.

 Opta por consolarle siempre del mismo modo. Si por ejemplo notas que el marsupio le va bien, utilízalo con frecuencia sin probar otros trucos. Los cambios le desconciertan, mientras una rutina fija le calma.

 Reserva tiempo para salir con tu pareja. Necesitáis tiempo para estar juntos y hablar de todo lo que vivís. Así evitas que la situación cree un distanciamiento entre vosotros, un peligro siempre al acecho. Al desconectar un par de horas estaréis mejor preparados para aguantar la situación. Incluso unas mini-vacaciones pueden hacer milagros (con o sin bebé). Varias parejas me contaron cómo su bebé, durante sus vacaciones con él, dejó de llorar como por arte de magia.

 No olvides que los llantos desaparecerán algún día, seguramente sin motivo aparente. Y tu bebé ya no se distinguirá de otros niños, según demuestran los estudios sobre los bebés llorones. Son bebés con un comienzo difícil, pero no se convierten en niños problemáticos. Intenta no perder la esperanza.

Lo que debes evitar:

 Enfadarte con el bebé. Que sientas enfado, es lógico, pero exprésalo ante un adulto que te comprenda.

 Pegarle. Un 10% de los padres con bebés llorones reconocen pegarle algunas veces.

 Zarandearle. Es muy peligroso por el riesgo a hemorragias en la zona entre el cerebro y la medula espinal.

 Dejar la lactancia materna. Raras veces da el efecto deseado.

 Acostarle boca abajo. Esta postura aumenta el riesgo a la muerte súbita. Alterna sus posturas, tumbándole del lado izquierdo o derecho o bien boca arriba. Esto también evita que su cabecita se deforme.

 Darle calmantes o tomarlos tú (salvo que el médico te los prescriba).

 Mantener a tu bebé alejado de ti para no oír su llanto. Es un método extremamente polémico: en una investigación inglesa entre 42 bebés llorones se concluyó que en una semana el llanto había disminuido. Pero no se investigó el efecto de esta táctica sobre la relación padres-hijo. Otra investigación para aclarar las causas de la muerte súbita, demostró que entre los 222 bebés fallecidos por esta causa, a cinco de ellos les habían dejado llorar solos por primera vez por la noche. Queda claro que el consejo de dejarle llorar en solitario es muy discutible.

¿Sabías qué?:

El porcentaje de bebés que lloran mucho está aumentado en algunos países como EE.UU. y Holanda. Hay investigadores que piensan que está relacionado con la falta de compañía de sus padres. En estos países se implantó el hábito de acostar al bebé ya pronto en una propia habitación y no dejarle dormir con sus padres. Quizás sea esta falta de compañía paterna y la soledad del pequeño que haga que llore tanto. Un bebé no está preparado aún para pasar mucho tiempo solo.

Este texto, adaptado, procede de mi libro ‘¿POR QUÉ LLORA MI BEBÉ?’, Temas de Hoy, 2010.

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