“Convertirse en madre y ser madre no es lo mismo. Lo primero te sucede y lo otro se tiene que aprender”, me escribió Carla, una madre de un niño de 1 año. Este comentario resume exactamente lo que la mayoría de las mujeres experimenta: el paso hacia la maternidad es más que el simple hecho de convertirse en madre. Es un proceso interno y personal, en el que te sumerges desde el embarazo, que te cambia vida en todos los aspectos y que hace que todo resulte distinto. Sin duda, una aventura desconocida.
LA PRIMERA FASE: LA TRANSICIÓN HACIA LA MATERNIDAD
¡Ya eres madre! Durante los primeros días después del parto tiene lugar la transición a la maternidad. Es un periodo con de grandes cambios físicos y emocionales: físicamente vives el cataclismo hormonal que sigue a un parto. Tu cuerpo adquiere un nuevo equilibrio hormonal y se recupera del esfuerzo realizado en el parto. Es normal que estés agotada, tengas sudores nocturnos y te duelan los puntos. Y al mismo tiempo vives grandes cambios emocionales; acabas de traer al mundo a un bebé precioso y te invada una inmensa sensación de felicidad, orgullo, satisfacción. Pero al mismo tiempo te das cuenta de lo desconocido de la situación y te preguntas mil y una cosa (¿le querré?, ¿sabré qué hacer?, ¿qué haré si…..?). Esta escala de emociones es algo nueva para ti: la reciente maternidad revela facetas de tu personalidad que hasta ahora permanecían ocultas. Es posible que ni entiendas a ti misma (¿porqué lloro?, ¿porqué me siento así?). Por mucho que te hayas preparado ante la maternidad, la situación va a ser distinta a lo que te habías imaginado, pues no existe una preparación para la parte emocional que vas a experimentar. Pero sí existen unos buenos consejos para este periodo: déjate llevar por tus emociones y exprésalas ante una persona íntima. Es sano y te ayudará a entenderte. No sólo ha nacido un bebé, sino también una madre. Por los estudios, realizados en la Universidad de Boston entre un grupo de nuevas madres, sabemos que lo que más necesita la nueva madre, es tener a su lado una mujer con experiencia en el cuidado al bebé. Esta aporta algo que ni el mejor marido puede atribuir: la tranquilidad de que el bebé está bien. Esta persona puede ser tu madre, tu hermana o tu amiga con unos años de vuelo en la maternidad. Procura que tengas una a tu lado. La mayoría de las madres se sienten muy felices con su bebé (una sensación más fuerte de lo imaginado), pero suelen acompañarles una carga de responsabilidad. Como decía Clara: ‘Me di perfectamente cuenta de que este precioso bebé de ahora en adelante, dependía totalmente de mí’. Este es otro aspecto de la maternidad al que hay que hacer frente y asumirlo.
LA SEGUNDA FASE: EL AJUSTE EN LA CONVIVENCIA CON EL BEBÉ
En esta gran aventura, llamada maternidad, cuentas con tres factores desconocidos: primero tú misma (ahora es cuando vas descubriendo cómo eres en función de madre), en segundo lugar tu pareja (tampoco de él sabías cómo iba ser en función de papá) y en tercer lugar tu bebé. Tu hijo nació con su propio temperamento y carácter. Notarás que no sólo influyes en él (pej. se calma cuando le coges en brazos), sino también él en ti: su primera sonrisa te reconforta, como si te dijera que lo estás haciendo bien. Así se entreteje entre vosotros un contacto no verbal en el que cada uno responde a las reacciones del otro y vas adquiriendo confianza. Si tu bebé es risueño y come y duerme bien, lo tienes más fácil que otra madre cuyo bebé es irritable o sufre cólicos. Esta tiene que dar más de si y aplicar una paciencia de santo. Pero también ella descubrirá cómo calmarle y cual es la mejor manera de tratarle. Lo descubrirá probando varios métodos y diferentes pautas. Sólo a base de ensayos y errores aprende toda madre a tratar a su bebé de la mejor manera. No existe otro camino: ser madre ¡se aprende con el bebé en brazos! No siempre es fácil: quizás aún te sientas cansada o débil, con las lágrimas a flor de piel. Ten presente que necesitas tres meses para recuperar el equilibrio hormonal. A partir de ahí, tendrás que pasar entre tres y seis meses para que te encuentres en plena forma. En total abarca un periodo de casi un año. En otras palabras: no debes atosigarte ni ser exigente contigo misma. Necesitas tiempo para recuperarte físicamente y sentirte en balanza contigo misma, ahora que ya eres distinta a tu ‘yo’ anterior. Hay unos datos reconfortantes: las nuevas madres disponen de una fuerza sobrehumana para aplacar y contentar a su bebé. No esgriman ningún esfuerzo. E incluso las que dan el pecho, están de suerte: la lactancia materna segrega gran cantidad de prolactina (la hormona de la ternura), que hace que la madre resista mejor el cansancio y agotamiento físico. El amor hacia el bebé es un sentimiento único e incomparable con el amor hacia tu pareja, padres, hermanos, al tratarse de un ser indefenso. Es un irresistible deseo de protegerle y ampararle con todas tus fuerzas para que nunca le pase nada malo. Muchas madres se sorprenden del inmenso amor que sienten hacia su hijo, algo que – a pesar del cansancio, las lágrimas y dudas – les hacen sentirse bien y crecer como personas. Y es este amor por lo que las mamás sobreviven a este primer año, normalmente bastante tormentoso.
LA TERCERA FASE: EL REGRESO A LA VIDA COTIDIANA
Llega la última etapa de la transición a la maternidad en la que las aguas vuelven despacio a su cauce; los cambios hormonales son menos notorios, el cansancio, aún presente, disminuye algo y es posible que te haya vuelto la menstruación. A nivel emocional notas que conoces mejor a ti misma y a tu bebé y al nivel práctico tu vida ha adquirido cierta rutina y deja de parecerte un caos sin fin. Para muchas mujeres esta etapa coincide con la vuelta al trabajo. Algunas madres lo desean, pues echan en falta los contactos y la compañía de otros adultos. Otras lo temen. Pero para todas resulta difícil dejar al niño en manos de otra(s) persona(s). Es importante que busques una solución que te convenza, pues esto facilitará la reincorporación al trabajo. Si no encuentras una solución que te agrade, es posible que inconscientemente te resistas a dejar al niño. En este caso conviene apurar las posibilidades de prolongar la excedencia o dejar el trabajo por un tiempo. Las posibilidades laborales para las madres trabajadoras no son muy favorables en la actual sociedad (una baja maternal corta y pocas plazas de jornada reducida). Así que a muchas madres les cuesta encontrar una solución satisfactoria. Es remar con los remos que hay. Para tu propia tranquilidad es importante que estés segura de que tu bebé esté bien atendido. Independientemente si trabajas o no, notarás cómo tu situación no es la misma. En realidad nunca a ser nada igual, ya que tú no eres la misma. Para muchas madres es difícil encontrar un buen equilibrio entre su desbordante amor materno y una sana dosis de egoísmo. No te renuncies a tus hobbies y actividades que le satisfagan. Cuidar de un hijo pequeño es un trabajo arduo y por ello es importante que cuides bien de ti, en alimentación y a nivel psicológico (contactos con tus amigas, salir con tu pareja, seguir tus hobbies). Así tendrás energía para cuidar bien de este ser pequeño.
¡Cuánto ha cambiado tu vida! Eres madre y te sientes extremadamente vinculada a tu hijo. Seguramente ya no puedes imaginarte ¡tu vida sin él!
Depresión posparto
No lo debes confundir con ‘los días de lágrimas’ que toda madre vive a los pocos días de convertirse en madre. Debido a los cambios hormonales tiene las emociones a flor de piel. Es normal en cualquier madre reciente y de carácter pasajero. No obstante, la depresión posparto perdura y va acompañado con problemas de sueño, falta de apetito, pensamientos negativos y aterradores y una posibilidad de afrontar los cuidados al bebé. En este caso es importante acudir al ginecólogo, pues un tratamiento médico es lo indicado.
Cambios que las nuevas madres perciben en sí mismas:
Sentir un amor incondicional nunca experimentado anteriormente
Sentirse más sensibles y vulnerables
Tener mayor consideración y comprensión para otras personas
Tener más preocupaciones y vivir más conscientes de los peligros