UN HERMANITO PARA RAMÓN

Coks Feenstra · Psicóloga Infantil

26 de febrero de 2007

UN HERMANITO PARA RAMÓN

¡Soy madre por segunda vez! Ha nacido Thomas, un bebé precioso y sano, de piel morena y cabellos negros. La experiencia ha sido tan hermosa como lo fue con Ramón; revivo el milagro del nacimiento de un nuevo ser, tan diminuto y tan perfecto a la vez. Saboreo cada momento de estos primeros días y deseo que nunca terminen.

Estoy acostada en mi cama, dándole el pecho; disfruto de su pequeño cuerpo desnudo contra el mío. El sol entra a raudales por las ventanas abiertas. El bebé mama muy bien. Noto cómo se está durmiendo. El sueño también se apodera de mí, aunque intento no dormirme………..Un grupo de niños se agolpan a mi alrededor. Son de todas las edades, grandes, pequeños. Me miran y les digo asustada: ‘No os puedo alimentar a todos’. ‘No hace falta’, me contesta uno con el pelo muy rubio. Conozco esa voz, ¡es Ramón! ‘¿Dónde está Thomas?’, le pregunta con un hilo de voz. ‘Está aquí, mira’, me dice señalando a un chico alto y moreno. ‘Es que has estado dormida durante mucho tiempo’, explica Ramón. Miro a Thomas y cuando nuestras miradas se cruzan, me sonríe. Su aspecto, tan hermoso y dulce, me enternece, hasta que de repente, muy apenada, me doy cuenta de que no le he visto crecer. ‘No estuve a tu lado y ya eres mayor’, le digo con lágrimas en la cara. ‘No importa, mamá, estoy muy bien, me diste mucho al nacer, pero ahora debes cuidar de Ramón, lo está pasando mal’. De lejos me llegan gritos lastimeros de un niño: ‘¡Mamá, mamá!’. Me desvelo, me enderezo y agudizo los oídos. Ramón está llorando. De pronto vuelvo a la realidad. Debo haberme dormido con Thomas en mis brazos. Ramón está en el jardín, justo debajo de la ventana de mi habitación. Fred está con él. Debe haberse hecho daño y ha gritado llamándome, pero Fred ha ido en su ayuda. Oigo cómo le habla; seguramente le explica por qué mamá está en la cama. Los llantos cesan y ahora sólo oigo unos suaves sollozos. Apoyo la cabeza en la almohada.

Las imágenes del sueño vuelven a mi mente. ¡Qué sueño más curioso! En parte, lo entiendo: me pesa la responsabilidad de educar a dos pequeños, y a veces me asalta la duda de si voy a tener suficiente paciencia y amor para cuidarlos bien. En el sueño no había cumplido bien mi tarea, pues me había dormido, la pesadilla de toda madre. Además, el sueño me advierte que Ramón lo está pasando mal. Ésa es la realidad: desde que ya no es el rey de la casa y comparte esta posición con su hermano, me reclama continuamente, llora por nada, se resiste a ir a la cama, protesta, no colabora……..Se trata de reacciones normales y lógicas. Tendré que tener paciencia y darle mucho amor, además de intentar crear momentos en los que pueda estar a solas con él, como antes. Ése es el mejor antídoto contra los celos.

De nuevo me llegan sonidos del jardín. Ahora debe de estar jugando. Oigo el trajín de los cacharros, su juguete favorito. Me incorporo sin despertar a Tomasín e intento captar sus palabras: ‘Mamá, papá, Món, yaya, bebé……’. Un momento de completo silencio, seguido por la misma enumeración de personas: ‘Mamá, papá, Món…..’. Por lo visto está intentando asimilar el nuevo orden familiar, diciéndolo una y otra vez. Me enternece. Intuyo que le costará tiempo aceptar la nueva situación, pero lo hará. Su juego así lo demuestra.

La visión psicológica: SÍNDROME DEL REY DESTRONADO

Cuando nace el segundo bebé, el primogénito pasa por una etapa difícil llamada “el síndrome del rey destronado”.

Sugerencias para este periodo:

* Dedícale a diario un tiempo exclusivo para él, de unos 20 minutos, preferiblemente en un momento fijo del día (aprovecha para ello la siesta del bebé o la presencia del padre). Puedes llamarlo “nuestro rato” y refiérete a él en los momentos en los que no puedas atenderle (‘Cariño, lo haremos en nuestro rato, ¿de acuerdo?’).

* Conserva alguna costumbres que tenías con él antes de la llegada del bebé, como leerle un cuento a la hora de dormir, bañarse juntos, etc. Ello le dará seguridad.

* Puede que sufra un retroceso en su desarrollo y vuelve a un estadio madurativo anterior: pide de nuevo el chupete, quiere ser llevado en brazos, llora por todo, etc. Satisfaz en la medida de lo posible estas necesidades. Al percatarse de que se le da el mismo trato que al bebé, se siente reconfortado. Es un retroceso temporal.

* El primogénito parece ‘mayor’ en comparación con el bebé. Pero aún es pequeño a nivel emocional. Conviene tenerlo en cuenta y no exigir demasiado de él.

* No le critiques por sus celos ni se asuste de comentarios como: ‘¿Cuándo lo devolvemos?’. A medida que el bebé crezca, el mayor descubrirá por sí solo las facetas positivas de tener un hermanito.

(fuente: Libro ‘El día a día con los hijos’, experiencias de una madre psicóloga, Ediciones Médici, Coks Feenstra).

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