EL SUEÑO DEL BEBÉ

Coks Feenstra · Psicóloga Infantil

13 de marzo de 2013

EL SUEÑO DEL BEBÉ

Dormir bien es importante para el bebé. Si duerme bien, estará más descansado y tendrá mejor humor. También beneficia su apetito.

Un bebé descansado come más y a un ritmo más regular, mientras que un bebé mal dormidor come menos, se duerme durante las tomas, duerme ratos más cortos, porque le entra antes el hambre y llora más.

‘He dormido como un bebé’ es lo que decimos después de un buen descanso nocturno. No es rara esta expresión, ya que el sueño es el estado natural del bebé. La vida del recién nacido gira en torno a sensaciones como sentirse amparado, tener el estómago lleno y estar calentito. Cuando es así, el bebé se duerme plácidamente en cualquier momento entre toma y toma y en cualquier lugar. Todo bebé sabe dormirse solo. Viene al mundo dotado con la capacidad para dormir y comer. ¡En el útero no hacía otra cosa!

Pero a veces hay factores que intervienen en su sueño: hambre, cólicos, sus propios movimientos incontrolados, sobre-excitación, etc. Es bueno reconocer estas causas, ya que así puedes ayudarle a dormir mejor. También influyen los métodos que apliques: si por ejemplo le acostumbras a dormir en brazos, al final tu bebé solo conseguirá a dormirse de esta manera. Asocia tus brazos y no su cuna con el sueño. De todos modos, daré pautas para cuando ya se acostumbró a los brazos, una situación bastante frecuente y no tan mala como últimamente se suele pensar, pues el contacto piel a piel es sumamente beneficioso para el bebé.

¿CUÁNTO DUERME UN BEBÉ?

Primero de todo es bueno saber cuánto duerme un bebé más o menos. El ritmo de sueño y tomas que suele adoptar un bebé a lo largo del primer año de vida es, en líneas generales, el siguiente:

• A las dos semanas de edad el bebé suele dormir dos a tres horas seguidas durante las 24 horas y su tiempo de vigilia oscila entre los 30 y 45 minutos. La cantidad de tomas está entre 10 a 12 al día. Duerme un total de 16 a 18 horas. El bebé no distingue entre la noche y el día.

• Entre las dos y seis semanas de vida, el bebé sigue durmiendo intervalos de dos a tres horas al día y a veces incluso cuatro horas seguidas. El tiempo de vigilia se alarga: de unos 45 a 60 minutos. La cantidad de tomas está entre 8 a 10 por día. No importa si son más. Duerme un total de 15 a 17 horas.

• Entre las siete semanas y 3 meses el bebé continúa durmiendo intervalos que duran entre dos a tres horas. El tiempo de vigilia se alarga de 60 a 75 minutos. El número de tomas es de 5 a 6 al día. Duerme un total de 15 a 16 horas diarias.

• De tres a cinco meses sus ratos de sueño duran menos: unas dos horas. El tiempo de vigilia es ahora de una hora y media. La cantidad de tomas por día son ahora seis, porque su estómago se ha hecho más grande y el bebé tarda más en tener hambre de nuevo. A los tres meses el bebé ya tiene un ritmo nocturno-diurno y empieza a dormir de unas cinco a seis horas seguidas por la noche. Pero no todos lo logran; muchos aún piden una toma entremedia. Duerme un total de 14 a 16 horas.

• De cinco a ocho meses el bebé duerme una a dos siestas por la mañana de hora y media y otras dos por la tarde. Por la noche duerme unas seis a siete horas seguidas. La cantidad de tomas se reduce a cinco. La de medianoche deja de ser necesaria. Ahora duerme un total de 13 a 15 horas. A los ocho meses observamos un pico en los despertares, debido seguramente al miedo a los extraños. El bebé distingue bien entre sus papás y personas menos conocidas y sufre por ello el miedo a la separación, lo cual influye en su sueño. Despertarse llorando es, ahora, bastante frecuente, pero disminuirá en los meses siguientes, de modo gradual.

• De ocho a doce meses el bebé ya duerme unas nueve a once horas por la noche y una siesta por la mañana y otra por la tarde. El bebé ya adopta el ritmo de las comidas como el de los adultos. Al año muchos bebés dejan la siesta matinal. El total de su sueño es de 13 a 14 horas.

Éstas son pautas generales. Hay bebés que duermen más y otros menos y también hay pequeños que piden más tomas, mientras otros necesitan menos. También conocen periodos de crecimiento acelerado en que durante unos días piden más tomas – tienen más hambre- y duermen menos. Durante estos días se da un salto en su crecimiento, ya que los bebés no crecen a un ritmo constante, sino a estirones. También se muestran más llorones y exigentes, pero al cabo de unos días todo vuelve a la normalidad.

EL SUEÑO INVERTIDO

El recién nacido no tiene todavía el ritmo circadiano (‘cerca de un día’), dado que en el útero no había día ni noche a los que acomodarse. Así que muchos bebés tienen el ritmo del sueño invertido: duermen largos intervalos durante el día y otros más cortos por la noche. En torno a las doce semanas los patrones del sueño del bebé empiezan a tener una relación con el ciclo luz-oscuridad, en otras palabras el ciclo diurno-nocturno. Es cuando el cerebro del bebé es lo bastante maduro como para adoptarlo. Para ayudarle a entender nuestro ritmo, conviene seguir un ritual para cuando le acuestas por la noche, como por ejemplo el baño, la última toma, la musiquita del móvil de cuna, etc. Así le marcas la diferencia entre el día y la noche. Además tu bebé también notará la diferencia entre las tomas: las del día son largas, amenizadas por juegos y diversión y las de la noche son cortas y en la penumbra.

¿CÓMO LE PUEDO AYUDAR PARA QUE TENGA UN BUEN SUEÑO?

Algunos bebés necesitan más sueño que otros. Unos duermen horas seguidas, mientras otros son de siestas cortas. Pero hay una pauta general que beneficia el sueño de todos los bebés: una rutina diaria con una secuencia de actividades regular, como la toma, el baño, la siesta, el paseo etc. Cuánto más tranquilidad, rutina y un orden fijo durante el día, cuánto mejor será su sueño por la noche. También hay otros factores que le ayudarán a dormir:

• Acuéstale siempre del mismo modo, quiere decir siguiendo una misma secuencia de actividades: el baño, la toma, la canción de cuna y a dormir. El bebé aprende a asociar estas actividades con el sueño.

• Coloca un pañal de tela en su cuna al lado del bebé que previamente durante una toma hayas tenido junto con tu cuerpo. Este paño lleva tu olor corporal. El bebé lo percibirá y le tranquilizará.

• A la mayoría de los bebés les gusta sentir un borde contra que acurrucar su cabecita. Le recuerda a su estancia en el útero cuando sentía la pared del útero. Coloca en el cabezal de su cuna o moisés una tela protectora. Verás cómo él mismo se desplazará hacia este borde.

• Si tu bebé es nervioso y se despierta a menudo por sus propios movimientos corporales, recurre al arrullo. Se hace de esta manera: colócale en una mantita suave y ligera (rectangular) desplazado hacia un lado. Envuelve el extremo corto alrededor de su cuerpo y luego dobla hacia arriba la esquina inferior. Coge ahora el extremo largo y rodea al bebé con él. Los brazos deben ir por dentro de la envoltura salvo que el bebé se duerma chupándose el pulgar. Entonces, déjale libre esta mano. Muchos bebés duermen mejor así al sentirse ceñidos como en el útero.

• Coloca al lado de tu bebé una bolsa de agua caliente, enrollada por una toalla. Este truco puede producirle una agradable sensación de calor y puede facilitarle el sueño. También puede ser útil en caso de gases o cólicos. Si colocas la bolsa antes de acostarle, el bebé se pasa de tus cálidos brazos a su cálida cuna.

• Pasados los primeros meses, el pijama-saco es preferible al uso de mantas y sábanas, ya que el bebé no puede destaparse. También reduce el riesgo de sofocación: el bebé no puede escurrir dentro del pijama-saco a diferencia de las sábanas y mantas que pueden cubrirle. Vístele con un body o una camiseta o un pijama fino por debajo. El bebé así no pasará frío. El grosor del saco lo eliges según la estación del año.

LO QUE CONVIENE EVITAR

En general un bebé duerme lo que necesita. Pero hay factores que pueden dificultar el sueño. A continuación de mencionan un par que conviene tener en cuenta:

• Un exceso de estímulos durante el día dificulta su sueño por la noche, la así llamada sobre-estimulación. Intenta ser receptiva a las señales que tu bebé muestra y que indican que ya no quiere más contacto ni más juegos. Lo demuestra mediante las siguientes señales corporales: gira su cabecita, bosteza, lloriquea y deja de buscar el contacto visual. Tras un día con muchas visitas o largas horas en la guardería es probable que tu bebé esté sobre-excitado y no logre dormir. En este caso es bueno cogerle en brazos y dejarle llorar. Con el llanto libera las tensiones acumuladas. Pero atención: hay bebés que no quieren estar en brazos en estos momentos. Para ellos es mejor estar en su cuna y llorar un rato. Quédate a su lado. Al momento se relajará y caerá en un sueño profundo. Lo que debes evitar, es llevarle de un sitio para otro, hablarle fuertemente, distraerle con algún juguete, etc. Aumentaría su estado de excitación y le costaría aún más dormirse.

• El sueño del bebé es distinto al del adulto. En el sueño del pequeño, las fases del sueño ligero (también llamado fase REM, rápidos movimientos oculares en el que el bebé sueña) y las del sueño profundo se suceden con más rapidez. Es en la transición de una fase a otra cuando el bebé suele despertarse, aunque a medida que madure, aprenderá a seguir durmiendo. Es un proceso biológico, relacionado con la madurez cerebral. Ayuda mucho si el bebé en el momento del desvelo se encuentre en el mismo lugar que cuando se durmió. Si no es así, es probable que se asuste y llore. Por otro lado es normal que en las primeras semanas tu bebé se duerma en tus brazos tras la toma, pero después puedes intentar acostarle despierto en su cuna o moisés. Esto le ayudará a seguir durmiendo aunque se desvele. Si no es así y te reclama, acaríciale y susúrrale palabras tranquilizadoras. Solo al oírte se volverá a dormir a gusto.

¿SABÍAS QUÉ?:

En el bebé la fase del sueño REM predomina a la fase del sueño profundo, al contrario con lo que ocurre en el sueño adulto (un 50% contra un 20%). Esto hace que el bebé se desvele con más facilidad, pero también tiene una función: durante esta fase el niño fija en su memoria todo lo que vive y siente durante el día, favoreciendo con ella la maduración del cerebro, que al nacer aún es incompleto. De todos modos, la propia naturaleza del sueño del bebé hace que un bebé con varios despertares sea más normal que el bebé que ya pronto duerme de un tirón. Esto realmente es la excepción.

Texto extraído de mi libro ¿’Por qué llora mi bebé?’ Temas de Hoy. Precio: 16,50 €

Comparte este artículo si te ha gustado
Facebook
Twitter
Email
WhatsApp