Todos los años vemos en las noticias del Telediario cómo los niños vuelven a clase tras las vacaciones veraniegas, llorando unos, aferrándose a de los papás otros. ¿Es un paso tan difícil para los niños? Sí, para muchos es costoso, pero también influye de cómo los padres lo enfoquen. Con una buena preparación y una actitud serena y confiada la adaptación resulta mucho más llevadera.
DOS SEMANAS ANTES
Es un buen momento para ir ajustando progresivamente el ritmo diario de tu hijo al que va a tener en la guardería o colegio. Lo idóneo es que almuerce, coma y haga la siesta a la hora aproximada que seguirá allí. Los horarios suelen aflojarse en verano, pero ya es momento de volver al horario normal. Despertándole cada día más temprano y acostándole antes por las noches, lo podrás conseguir. Calcula el tiempo que necesites para vestirle (o vestirse él), el desayuno etc. para que ‘el gran día’ transcurra sin agobios. Es importante, ya que si hay nervios en el ambiente, tu hijo lo acusará.
Más pautas:
• Si tu hijo entra en el colegio sin previa experiencia con la guardería, déjale alguna tarde al cuidado de algún familiar o amiga. Así se va acostumbrando a tu ausencia. El niño hasta los 12 meses no entiende el concepto de la permanencia: lo que no ve, no existe. Por tanto se asusta de las primeras separaciones, pues piensa que no volverá a verte.
• Al niño que entra en Educación Infantil, se le exige que controle sus esfínteres. Esto crea nervios a muchas mamás y este estado de ánimo perjudica el aprendizaje del niño. El niño debe estar lo suficientemente maduro como para aprender a controlar sus necesidades. La mayoría, por fortuna, lo es (un 80%) a los 3 años. El resto lo aprende a lo largo del año. Si es tu caso, díselo a su maestra y llévale varias mudas. Con paciencia y elogiándole sus esfuerzos, se consigue mucho más que con presión. Alguna recaída es normal en los primeros días, pues las emociones intervienen en el control de los esfínteres.
• Háblale positivo sobre el gran paso. Por ejemplo: ’Tu profesora conoce muchos juegos’, ‘irás al colegio de los mayores’. Evita comentarios como ‘tendrás que estar sentado mucho rato’ o ‘no te harán tanto caso como en casa’ que le infundirán miedo.
• Procura que tu hijo termine sus deberes. Reparte el día en bloques: por la mañana una hora para las tareas. La tarde se destina a actividades lúdicas (piscina, parque). Por la noche, si ya tiene 6 años, te lee un cuento él. Así su memoria se refrescará y le ayudará al inicio de las clases. Ten en cuenta que los niños pierden parte de sus conocimientos por el largo periodo de desconexión.
• Cómprale los accesorios necesarios; mochila, cuadernos o –cómo no- un conjunto para el primer día. Anímale que los elija él. Así lo vivirá todo con más ilusión.
UNA SEMANA ANTES
Seguramente te llamarán del centro para la entrevista con la profesora. Es una buena manera para que conozca a tu hijo. Otros colegios dan un cuestionario a los padres que deben rellenar. Si no lo hacen en el tuyo, anota tú misma las peculiaridades de tu hijo que debe saber su profesora. Conviene que tu hijo visite el centro antes del primer día, ya que le da mayor seguridad. Hay colegios que lo propician. Visita con él su aula, el comedor, el recreo y por supuesto, preséntale a su profesora.
Más pautas:
• Intenta adaptar tu horario laboral al de tu hijo durante la primera semana. Le beneficia si tú o el papá le recogéis.
• Hazle un calendario en el que anotes los días que faltan para empezar el curso. Cada noche, antes de dormir, el niño tacha el día que acaba de transcurrir.
• Si tu hijo acude por primera vez al centro, léele un libro como modo de preparación. Hay muchos títulos para todas las edades.
YA LLEGA EL GRAN DÍA
No suele ser ¡el más difícil! Tu hijo aún no sabe muy bien lo que significa estar en la guarde o cole. A los siguientes días ya se anticipa a vuestra ausencia y se le hace más difícil. Muchos centros hacen horarios progresivos, de modo que al principio no acuden más que unas horas. Laura Cano, profesora de Educación Infantil, del Centro Educativo Adventista de Valencia: ‘Ofrecemos esta posibilidad a todos los padres, pero lo utilizan sobretodo los padres cuyos hijos no acudieron a una guardería. Acuden por dos horas al colegio, las dos antes del recreo o las del después, durante dos semanas. Da buen resultado y para nosotros mismos es beneficioso, ya que consolar a muchos pequeños llorando es estresante’. La mayoría de las guarderías utilizan el mismo sistema. Sonia Ramírez, psicóloga: ‘Lo apoyo totalmente, porque empezar la guardería de golpe todo el día es un gran impacto para cualquier niño sin experiencia en la separación de sus papás’.
Más pautas para los de 0-3 años:
• Tu hijo capta nítidamente tus sentimientos sobre la separación. Así que transmítele confianza y acepta que parte de la educación consiste en ¡soltarle! Por ello, es importante que estés convencida del centro elegido (si no fuera así, debes buscar otro).
• Despídete de tu hijo. Irte en un momento de descuido sin decirle nada es contraproducente. Cuando se da cuenta que ya no estás, se asustará y temará tu ausencia en otros momentos. Hasta los bebés entienden el acto de la despedida, no por las palabras, sino por la actitud de su mamá o papá.
• La despedida debe ser corta. Dale un beso y dile cuándo le recogerás con una referencia clara. P.ej. ‘Mamá vendrá después de comer’. Aún no entiende de horas. Este momento suele ser difícil para todo niño, así que probablemente llore. Con ello expresa su dolor por tu salida, pero seguramente al momento y consolado por su maestra, se le pasará. Si dudas, llama más tarde al centro.
• Procura que lleve su mascota o su trapito del alma. Algunos pequeños prefieren llevar algo de la mamá, como un pañuelo con su olor que ‘cuidan’ en su ausencia. Estos objetos forman un puente entre la casa y el colegio.
Pautas para niños de 3 a 6 años:
• Conecta con sus sentimientos en el momento clave. Si le notas nervioso, dile algo como: ‘Veo que estás nervioso. Es normal, nos pasa siempre ante algo nuevo’. O ‘no te gusta que me vaya ¿verdad? Para él es un apoyo saber que le entiendes. Transmítele confianza y mantén una actitud positiva.
• Si tu hijo tiene una reacción física (dolor de cabeza, del estómago, vómitos etc.), aplica la misma pauta: reconoce su dolor. Y créele, ya que seguramente siente dolor de verdad por la ansiedad. Prepárale una manzanilla o dale unos besos sobre la zona dolorida. Y tranquilízale. ‘Ahora se te irá el dolor, ya lo verás. No te preocupes. Si no es así, la maestra me llamará e iré a buscarte’. Una vez entrado en el aula, la compañía de los niños y los juegos seguramente le harán olvidar su molestia.
• Recógele puntualmente. No es bueno que vea que los demás niños se van y él aún está allí. Le creará angustia y el lugar adquirirá una connotación negativa para él.
EL PERIODO DE CONSOLIDACIÓN
Los niños se van adaptando en las primeras semanas. Normalmente a las tres semanas de iniciarse las clases, la mayoría de los niños ya acuden contentos. Laura Cano: ‘Es en octubre cuando realmente podemos empezar el curricular escolar. Los niños están bien y ya no hay tanta necesidad de dar consuelo, menos algún pequeño a quien le cuesta un poco más’. Después del día escolar es importante dedicarle atención y tiempo. Todo niño lo necesita para recuperarse del estrés que haya podido experimentar. Estar con él en el parque o simplemente estar juntos en casa crean momentos de gozo, para él y para ti. Es la mejor manera para hacerle saber que tú también le echaste de menos.
Otras pautas:
• Mantén, más o menos, el mismo horario en los fines de semana. Si hay una ruptura radical con la rutina diaria, la vuelta al cole del lunes se dificulta.
• Procura que el niño descanse lo suficiente. A un niño cansado le cuesta mucho más controlarse y responder a las exigencias de la jornada escolar (esperar el turno, compartir, etc.).
• Si al cabo del mes no le ves feliz y sigue teniendo problemas de adaptación, habla con su profesora. Quizás entre las dos podéis ayudarle para asimilar el paso. Si no, conviene acudir a un psicólogo infantil.
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Coks Feenstra, psicóloga infantil
Publicado en la revista Psychologies, septiembre 2012