¿POR QUÉ LOS COLEGIOS SE RESISTEN A TENER LOS GEMELOS JUNTOS?

Coks Feenstra · Psicóloga Infantil

23 de septiembre de 2019

¿POR QUÉ LOS COLEGIOS SE RESISTEN A TENER LOS GEMELOS JUNTOS?

Llevo semanas pensando por qué los colegios se resisten a tener a gemelos juntos en clase.

A medida que vaya teniendo más experiencia con estas situaciones, mis ideas sobre los motivos se van profundizando. Os cuento:

El colegio de Badajoz que por orden jurídico tuvo que permitir que unos mellizos, de 3 años, 2018, estuvieron juntos en el aula, no cambió su normativa. Los padres que posteriormente matriculaban a sus hijos gemelos, se encontraban con la misma resistencia. Cuando me enteré de ello, no cabía en mí de perplejidad e indignación. Pero también me hizo reflexionar sobre los motivos que hay detrás de la inflexibilidad de los colegios.

Además, las diferencias que veo entre los casos que llevo en Holanda y los de aquí, me ayudan a entender mejor el problema. La lucha en ambos países es la misma: también en Holanda, como en la mayoría de los países desarrollados, existe el mito que separar a los gemelos lleva a una mayor autonomía e independencia de los hijos gemelos y que, por tanto, es positivo. El término mito viene de dr. Nancy A. Segal, investigadora del Centre de Twins Studies, Universidad de Fullerton en Los Angeles. Lo califica como el mito número 1 de todos los que existen sobre el mundo gemelar.

Los padres holandeses, igual como los de aquí, aportan documentación al colegio, como artículos científicos, el documental Gotas de Agua (traducido al holandés) y a veces un informe mío para desmentir el mito. En este país nórdico percibo más abertura a aquello que los directores desconocen (en sus carreras no reciben enseñanza sobre la gemelaridad, ni aquí ni allá). Pero allá estudian y leen la información aportada y no se cierran en banda ante la evidencia científica que explica que separar a los gemelos en los primeros años de la escolaridad puede ser traumático. La aceptan, entienden la petición de los padres y cambian sus estrategias. En la mayoría de los casos permiten que los gemelos empiecen juntos la vida escolar. Por ende, se está produciendo un cambio más rápido que aquí.

Aquí los padres son igual de insistentes y luchadores que los de Holanda, pero encuentran menos entendimiento y se chocan contra ideas fijas. Pero influye algo más: hay una jerarquía que dificulta la aceptación de nuevas ideas. En Holanda existe una historia de un sistema democrático mucho más larga. Gracias a ello, la distancia entre los directores y los padres es menor, porque cada uno es especialista en lo suyo (los maestros en la enseñanza, los padres como conocedores de sus hijos gemelos). Esto marca la diferencia entre escuchar o imponer.

Lo que aquí parece estar en juego, es el hecho de que los colegios tienen miedo a perder su autonomía. No quieren que sean los padres los que terminan influyendo en su modo de actuar, produciendo un cambio en su normativa. Pero ¡no se trata de esto! Los padres no buscan poder, sino el bienestar de sus hijos gemelos, como cualquier otro padre.

Escuchar las peticiones de los padres no es una amenaza al sistema, ni menosprecia la profesionalidad de los maestros. Cada uno aporta sus conocimientos y su sabiduría. Los profesores son importantes en los cursos posteriores a la hora de evaluar la relación entre los gemelos. Pero los padres, a la hora de matricular a sus hijos gemelos, aportan sus experiencias con sus gemelos y son conocedores de la unión especial que une a sus hijos. Y en ello tienen razón, pues la ciencia afirma que esta relación es más íntima y fuerte que la de hermanos de distintos partos y por tanto hay que respetarla y tenerla en cuenta. ¡La ciencia está de su parte! Como psicóloga, especializada en gemelos, lo confirmo. Y no está en juego el buen desarrollo de la identidad ni la autonomía de los gemelos; el estar juntos no es una amenaza para ello a estas edades tempranas (a mayores edades sí puede serlo).

Hoy en día en todos los colegios hay alguna pareja de gemelos, a veces en cada curso. Los colegios no pueden cerrarse ante esta nueva realidad. Las asociaciones de padres están reclamando un cambio para su situación. Es ya el momento en que las direcciones de los colegios empiezan a cuestionarse sus ideas y prácticas. Que escuchen a los padres que solo piden que se tenga en cuenta las necesidades emocionales de sus hijos gemelos de 2 ó 3 años. Los padres no piden una escolaridad de por vida conjunta. Si se aceptara a gemelos juntos en el aula, se facilitaría la vida a todos: los niños se adaptarían con mayor facilidad, no se les crearía un rechazo al colegio, los profesores tendrían gemelos felices en clase, los padres no verían afectada su vida familiar porque no se producirían los retrocesos en el desarrollo de los pequeños y los compañeros de clase presenciarían la unión especial de dos niños que se ayudan entre sí, algo que irán copiando.

Ya hay colegios (Badajoz, Ciudad Real, Valencia) que me pidieron un curso de formación sobre este creciente colectivo de alumnos. Un colegio madrileño decidió que un par de gemelos empezara juntos. Estas son señales esperanzadoras. Abriendo las puertas ante esta nueva realidad, se produce un aprendizaje enriquecedor a muchos niveles. Muchos profesores me comentaron que al principio sentían cierto miedo por tener gemelos en clase, pero que terminaban encantados de conocer este mundo. Si se aparta el miedo, hay mucho por ganar.

Coks Feenstra

psicóloga infantil, especializada en gemelos

autora del libro \’El Gran Libro de los Gemelos\’

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