¿POR QUÉ COME MEJOR EN EL COLEGIO QUE EN CASA?

Coks Feenstra · Psicóloga Infantil

3 de abril de 2007

¿POR QUÉ COME MEJOR EN EL COLEGIO QUE EN CASA?

Muchos niños, que son melindrosos para comer, comen mejor en el colegio. ¿A qué se debe? Y ¿qué puedes hacer para que coma lo mismo en casa?

En los últimos dos años hice una investigación entre 70 madres de niños malos comedores. Se trataba de un grupo de niños sanos, pero difíciles para hacerles comer. Lo curioso fue que la mayoría de estos niños comían mejor en el colegio. En ello influyen varios factores: el ambiente es más relajado que en casa; la monitora no es capaz de controlar a todos los niños a la vez, por lo que la presión de comer es menor. El niño, al no sentirse obligado a comer, está más relajado y tiene más apetito. Además, el estar con sus amigos influye positivamente: los niños se imitan unos a otros y los melindrosos siguen el ejemplo de los que comen bien. Y el incentivo ‘si terminas el plato, podrás salir al patio’, muchas veces empleado por el colegio, es un buen estímulo a esta edad en la que el niño siente más interés por jugar que por comer.

Para la mayoría de las madres el comedor del colegio es una ayuda importante, sobre todo cuando se presentan problemas en casa.

Analiza la situación en casa

Si tu hijo come mejor en el colegio, conviene que analices la situación en casa. ¿Le sueles atosigar con la comida? ¿Te pones nerviosa a la hora de comer y lo ves como una montaña?, ¿sueles chantajearle con mensajes como ‘si no te lo terminas, no saldrás esta tarde o no tendrás postre’? Todos los estudios apuntan en la misma dirección: no hay que obligar al niño a comer. Tal como no se puede obligar al niño a dormir (sólo se puede acostarle cuando se le nota con sueño), no se puede obligarle a comer; el niño come cuando tiene ganas (hambre). Además, al obligarle aprende a asociar la comida con algo desagradable, por lo que su apetito disminuye. Son los niños que al ver que su mamá ponen la mesa, ya exclaman: ‘no quiero comer’. Temen la batalla que se desencadenará y por ello pierden el apetito antes de sentarse. Si tu hijo come mejor en el colegio, debes aprovechar este hecho para mejorar la situación en casa. Unas sugerencias:

 Ponle poca cantidad en el plato. Al ver un plato rebosado se le hunden los ánimos. Se siente más autónomo si te puede pedir que le llenes de nuevo su plato. Y: déjale comer solo, es otro incentivo.

 Habla a la hora de comer sobre todo menos la comida. Así es más probable que el ambiente sea agradable.

 No prolongues la comida más de 15 a 20 minutos. El niño a esta edad necesita moverse, correr, jugar etc. Si deja de comer o empieza a jugar con los alimentos, retírale el plato sin hacer ningún comentario y dale el postre.

 Mantén el ritmo de las comidas y evita atiborrarle con tentempiés a deshoras. Debes evitar las bebidas gaseosas y caramelos (o sólo uno al día pej.), pues dan una sensación de saturación sin aportar nutrientes. Asimismo el niño no debe tomar más de medio litro de leche, incluidos los derivados, como queso, natillas, yogur, pues al tomar más cantidad, sacia su hambre y toma menos de otros alimentos.

 Si tu hijo suele cenar mal, dale una merienda/ cena. Muchos niños están agotados al final del día y por ello ya no tienen apetito. Al adelantar la cena, evitas este problema. Y así un vaso de leche antes de acostarle es suficiente (es también un buen inductor del sueño, sobre todo si se lo calientas y le añades miel).

 Muchas veces el niño está tan absorto en su juego que el aviso de venir a sentarse a la mesa le molesta. Prefiere seguir jugando. Avísale unos 10 minutos antes y de nuevo 3 minutos antes. Así no le pillará de sorpresa y lo aceptará mejor.

 Prescinde de estimulantes de apetito; a fin de cuentas son medicamentos y además no resuelven el problema. Existen métodos naturales, como el polen y la jalea real (se venden en tiendas de herboristerías).

En vacaciones todo va mejor

Otro dato curioso de mi estudio es que algunos niños comen mejor durante las vacaciones de la familia. Se debe al mismo fenómeno: el ambiente familiar suele estar más distendido; no existe el estrés del trabajo, ni horarios, ni prisas. Es otra prueba de la influencia del ambiente en el apetito del niño. Por lo tanto, si el tuyo es uno de estos que sólo comen bien en el colegio, no temas el largo periodo de vacaciones: intenta cambiar el ambiente, invita con frecuencia a un amiguito de tu hijo a casa y no te obsesiones con la cantidad que toma. Más importante es la variedad de los alimentos. Un último dato tranquilizador: el 97% de los niños de mi investigación crecían bien, a pesar de tratarse de niños pocos comedores, y no daban motivo para preocupaciones. Ten en cuenta que después del primer año, el niño aumenta unos 2 kilos y crece entre 6 a 8 cm por año; si además es activo y vivaracha, es señal de que toma lo que necesita. Y esto es, para nuestra idea, a veces muy poco, pero acorde a su crecimiento que a estas edades ya no es tan vertiginoso como durante el primer año.

Los grupos alimenticios

La variedad es más importante que la cantidad. Intenta que tu hijo tome algo de cada grupo (los alimentos entre un mismo grupo se compensan):

Grupo 1: lácteos (leche y sus derivados), carne, pescado, huevo

Grupo 2: fruta y verduras (cocidas y frescas)

Grupo 3: arroz, patatas, macarrones, legumbres, frutos secos, cereales y pan

Grupo 4: aceites y grasas (margarina, mantequilla etc.)

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