NO COMPARAR A LOS HIJOS

Coks Feenstra · Psicóloga Infantil

14 de julio de 2011

NO COMPARAR A LOS HIJOS

Todos los padres comparan a sus hijos. Por ejemplo el mayor es muy dulce y el pequeño tiene mucho genio. Lo hacemos para entender mejor sus caracteres. Mientras no exageremos las comparaciones ni las profiramos en cada momento, no hacen daño.

No obstante, esta semana recibí una carta de María en la que me parece que su modo de comparar a sus mellizos le impide ver cómo son en realidad. En este ejemplo sí hay cierto riesgo en hacer comparaciones. Por un lado es lógico que lo haga, ya que todos los padres de gemelos, al tener hijos de la misma edad, tienden a hacerlo con frecuencia, más que los padres de hijos de distintos partos. Veamos su carta:

‘Mis mellizos de 16 meses no se parecen en nada y ahora tengo una preocupación: mi hija es muy espabilada, risueña y muy graciosa. Sabe aprovechar a la perfección este don y consigue que los familiares y amigos se echen un buen rato ayudándole a desplegar todas sus habilidades. Todo el mundo le hace caso. Ella camina desde los 11 meses y ahora, casi con 16, ya muestra interés por usar el orinal, se sabe todas monadas y los animalitos…

Su hermano siempre ha ido por detrás de su hermana. Si bien la niña tiene un desarrollo más lineal, el niño va a escalones. Es un niño normal, no creo que tenga ninguna diferencia con los niños de su edad, pero no llama la atención como ella. Por otro lado es tremendamente cariñoso y mimoso, conquista a todo el mundo por lo besucón que es. También va aprendiendo sus pequeños numeritos, pero no es tan figurín como su hermana.

Bueno, pues estoy un poco preocupada por el nivel de atención que les proporcionamos, tanto nosotros como nuestro entorno. Evidentemente, a la gente le parece más divertido monear con la niña, recalcar lo lista que es y lo lento que es el niño. Mi marido y yo intentamos compensarlo, pero la discriminación positiva que esto supone, tampoco me gusta mucho. Además, la niña se da cuenta e intenta boicotear los ratos que tenemos con su hermano. Con la familia cercana, ya hemos hablado y se dan cuenta, pero acaban perdiendo la concentración tarde o temprano. Creo que esa atención extra que le presto al niño, me está pasando factura. Se ha vuelto muy dependiente de mí, no es capaz de gestionar sus frustraciones, que cada día son más y más frecuentes, sin mi consuelo y no vale el de otro miembro de la familia. Siempre ha dormido muy bien, pero hace unos días que se despierta llorando y no se calma ni siquiera en mis brazos.

Me da por pensar que, en el futuro, también van a tener diferencias en el colegio y me da pánico ponerme en esa situación. No quisiera que el niño creciera a la sombra de su hermana. Ya sé que aún son muy pequeños y que no tiene que ser indicativo de nada, pero vivo un poco obsesionada con los minutos que les dedicamos/dedican a cada uno. Creo que el niño se da cuenta y por eso está tan enmadrado últimamente. Creo que ella también sabe lo que pasa e interfiere constantemente en las cosas que hacemos con él. Es como si ella dijera ‘¿qué haces con él?, soy Yo la que sabe hacer monadas’ y él parece exclamar ‘Mamá, solo se me ocurre llorar para que me hagáis caso’. Tengo miedo de estar haciéndolo fatal y que la niña se acabe creyendo el ombligo del mundo y de que el niño viva acomplejado… o al contrario, que él se piense que es su derecho tener la atención de todo el mundo (sobre todo de su madre) y que la niña se frustre por no ver recompensados sus esfuerzos por agradar. Estoy hecha un lío’.

Quizás la madre lo vea todo demasiado polarizado, como si la conducta de uno fuera la consecuencia de la del otro (u otra). En los comportamientos de los niños influyen muchos factores. Por ejemplo el niño está muy pegado a la madre y la reclama a menudo. María lo interpreta como una reacción a la atención que acapara su hermana. Yo opino que esta conducta de él tiene que ver con su carácter, su edad y su sexo. Para empezar con lo último: es sabido que los niños varones, en los primeros años, son más enmadrados las niñas. Ellos, por ejemplo, lloran más al empezar la guardería que ellas. También influye su carácter y su edad: a los 16 meses es normal que un niño esté muy pendiente y pegado a su mamá (y al papá). El apego está en su punto máximo y el niño a esta edad todavía no tiene desarrollado del todo el concepto del ‘yo’; se siente todavía parte de su madre. Le aconsejé lo siguiente: compararlos lo menos posible y dar simplemente a cada uno lo que necesita. Quiere decir: atención para las monerías de la niña y lo mismo para el niño cuando pide brazos, protección, se asusta, etc. También le aconsejé prestarles atención individual: llevarse a uno de los dos a comprar y convertir esta tarea en una rutina semanal, alternando los turnos. Estos ratos a solas con la mamá les irá muy bien. E introducir ‘el sistema de días’ en su vida en torno a los 2 años: se trata de que cada día uno de los dos es el protagonista. Se anota en un folio los días de la semana y se les marca con un color. Por ejemplo: lunes, miércoles y viernes llevan el color de rojo, el de la niña. Martes, jueves y sábado son verdes, el color del niño (el domingo es el día de los padres). ¿Qué quiere decir? Cuando es el día de ella, es la niña la que decide sobre, por ejemplo, qué cuento leerán por la noche, será el primero en tener su biberón, el que primero besará a mamá cuando vuelva del trabajo y otros asuntos sobre los que los hijos suelen pelear (‘yo primero’, ‘¡no! Me toca a mí’). Más adelante, cuando entren en el colegio a los 3 años, seguramente será preferible que estén en clases distintas. Esto les permite a los dos desenvolverse con mayor soltura y libertad. Y también pone fin a las comparaciones que no solo hacen los papás, sino también todos a vuestro alrededor. Y por último: los hijos irán madurando y cambiando. Así que las conductas y los intercambios que ocurren ahora entre ellos, serán sujetos a muchas transformaciones. Lo notamos todos los padres con hijos pequeños. Las etapas se suceden y ninguna es idéntica a la anterior. La vida en sí es una constante evolución.

Coks Feenstra

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