LOS GEMELOS Y LAS RABIETAS

Coks Feenstra · Psicóloga Infantil

16 de febrero de 2019

LOS GEMELOS Y LAS RABIETAS

Casi todos los niños tienen rabietas en sus primeros años de vida. Suelen empezar en torno al primer cumpleaños y duran hasta los 4 a 5 años. Los gemelos no son una excepción a esta regla que en su caso perduran durante más tiempo.

Explicaré este motivo a continuación, pero primero quiero detenerme en lo que es una rabieta, por qué se produce y cuál es su función.

Hablaré de gemelos monozigóticos cuando son idénticos y dizigóticos cuando son mellizos.

¿QUÉ ES UNA RABIETA?

Es el resultado de una frustración por no conseguir algo. Casi todos los niños tienen rabietas; algunos una a diario y otros varias. Suelen durar unos cinco minutos, pero en algunos ¡más de una hora! La rabieta empieza con gritos y/o llantos, acompañados con una señal de protesta (¡no quiero!) y una expresión de enfado (patadas, chillidos, portazos). En su punto álgido el niño se tira al suelo, quizás dándose cabezadas contra la pared, frecuente entre el primer y segundo año. Suelen ocurrir en el contexto familiar, el niño necesita expresar su frustración ante las personas que más quiere. Sólo dentro del vínculo seguro con sus papás se atreve a experimentar con sus sentimientos. Desde el punto de vista psicológico las rabietas indican un desarrollo emocional sano, señal de un apego positivo. No reflejan problemas de inestabilidad emocional, sólo una incapacidad para controlar sus emociones. Remiten por sí sola y tienen un efecto positivo, pues ayudan al niño a hacer frente al estrés. Un pequeño con rabietas fuertes suele ser un niño con un carácter fuerte. No obstante, si las rabietas son casi continuas e imposibles de llevar (el niño tarda mucho en calmarse), puede ser indicio de un trastorno que conviene diagnosticar.

¿QUÉ ES LO QUE PROVOCA UNA RABIETA?

Es importante entender qué es lo que causa una rabieta. El niño durante el transcurso del segundo año se va encontrando algunas veces con una prohibición o limitación (‘no puedes tocar esta planta’, ‘no te dejo subir este muro’). Esto le frustra sobremanera, y más ahora que está en la edad en que quiere explorarlo todo. Su reacción es: enfado y rabia. Hasta ahora, siendo bebé todos sus deseos fueron (casi) satisfechos al momento, pero esto va cambiando a medida que empieza a desplazarse por sí solo y adquiere mayor autonomía. Apenas aún conoce la frustración y no le gusta en absoluto; es impaciente por naturaleza. También le confunde el nuevo concepto de la mamá: de ser una buena persona que se lo concede (casi) todo a una que le prohíbe cosas. Pero hay más: pasado el primer año está descubriendo su ‘yo’; vive una sensación de poder al ser capaz de hacer cosas por sí solo y esto ¡le encanta! Pablo anda por el salón con un tarrito de cristal en sus manos con el que da golpecitos. Le encanta el sonido que produce su acción, pues intuye que de alguna manera él tiene que ver con ello. Su madre cambia el tarro por una pelotita suave y ahora el sonido apenas es audible. Pablo se tira al suelo, enfadado por la privación de algo tan placentero.

RABIETAS EN LOS GEMELOS

Como ya dije, las rabietas perduran durante más tiempo en los gemelos que en otros niños, especialmente en los varones.

Se debe seguramente a que su convivencia sea más estrecha. Esta produce más fricciones entre ellos, más estando en una fase en la que cada uno intenta descubrir su propia individualidad. Ambos (o los tres) están en el mismo estado madurativo. A corta edad los niños son egocéntricos, el mundo gira en torno a ellos. No saben aún compartir, cada uno quiere tener para sí mismo lo que le gusta. En general les encantan los mismos objetos, porque tienen intereses parecidos. Antes de saber compartir, pasan por una fase en la que son muy posesivos. Mis juguetes, mis papas, mi triciclo….. Es comprensible porque de este modo se desarrollan el sentido del ‘yo’. Lo comenta una madre de trillizos, un niño y dos niñas: ‘Uno de ellos anda todo el día con sus juguetes preferidos debajo del brazo, temeroso de que sus hermanas se los arrebaten. Me da pena verlo así. Es su modo de asegurarse de sus pertenencias. Si una intenta robarle algo, se enrabieta’. No es de extrañar que en los gemelos los mordiscos también sean más frecuentes. Los múltiples recurren a todo tipo de autodefensa mientras aún no disponen de palabras.

Y de todos los gemelos, son los varones los que suelen tener rabietas durante más tiempo que otros gemelos. Este factor se debe al desarrollo del lenguaje que en los gemelos va más lento. Aquí influye el hecho de que los gemelos reciban menos atención individual que otros hijos. Es un retraso de unos seis meses que va disminuyendo con el tiempo. Y de todos los gemelos, los varones tienen el desarrollo lingüístico más lento, debido a que en ellos este aprendizaje ya por sí es más lento que en las niñas. Se debe a la estructura del cerebro, diferente para cada sexo. En ellas los dos hemisferios están mejor conectadas entre sí, lo que les da ventaja a la hora de hablar y expresar emociones.

Por tanto, los varones gemelos, tanto en los monozigóticos como los dizigóticos, utilizan por más tiempo el lenguaje corporal en vez del verbal. En vez de decir: estoy enfadado, lo demuestran mediante una rabieta.

Hay otro factor a tener en cuenta: los gemelos y los múltiples se contagian del estado anímico del otro. Por ejemplo, uno de ellos coge una rabieta. El otro, que hasta el momento estaba jugando tranquilamente, rompe en llanto, por empatía y compasión al otro. Esto a su vez retroalimenta el enfado del primer gemelo que va a más. Los dos se retroalimentan en sus reacciones. Al final hay una rabieta a dúo.

A este fenómeno llamamos el síndrome de la intensificación gemelar (SIG). No solo lo vemos en caso de las rabietas sino también en el nivel de energía que despliegan. Por ejemplo Susana y Laura, gemelas monozigóticas, son nerviosas y enérgicas. Cuando están juntas lo son aún más. Separadas están mucho más tranquilas.

¿CÓMO ACTUAR?

Sabiendo las causas y las funciones de las rabietas, es más fácil lidiar con ellas. Esa conducta es algo normal en la vida del niño que con el tiempo desaparecerá. Hay dos actitudes importantes: afecto y aceptación. Y también calma, porque si añades a las emociones del niño, las tuyas propias (gritándole, riñéndole….) la situación empeora. Unas pautas:

 Observa bien las señales que indican el comienzo de la rabieta: una respiración acelerada y ruidosa, apretar los puños y dientes, balanceos….Suelen haber llantos y gritos, acompañados con una señal de protesta (NO) y una expresión de enfado. En su punto álgido el niño da patadas, se tira al suelo, se da cabezazos. Conociendo el curso, puedes ayudarle a disiparla antes de que llegue a este punto. Por ejemplo, desviando su atención. ‘Mira, cariño….’ Suele funcionar en un niño pequeño (entre 1 y 2 años). En caso de un niño mayor es recomendable salir con él del lugar u ofrecerle ayuda si una incapacidad suya es el punto de ignición.

 Cuando la rabieta ya está en su curso, lo mejor es no intervenir ni razonar con el niño. Deja que se desahogue y la rabieta tenga su curso, procurando que no se haga daño. Pasado el mal trance, puedes decirle algo como ‘estabas muy enfadado ¿verdad?’. Actuando como si fueras el espejo de sus emociones, le ayudarás a entenderse a sí mismo. Al poner en palabras sus emociones, se sentirá escuchado y entendido. Las palabras tienen un poder calmante.

 No cedas ante sus deseos, ya que en este caso las rabietas se convertirán en una táctica aprendida que le resulte beneficiosa.

 No le critiques ni castigues por tener rabietas. Recuerda que las rabietas son una descarga de emociones a una edad en la que el niño aún no dispone de otros medios. Acaríciale o abrázale cuando esté calmado. Para él mismo también es una experiencia dolorosa e impactante.

 Evita, en la medida de lo posible, las situaciones que las provoquen, como llevarles de compras cuando tienen hambre, sueño, o necesidad por moverse. También hay momentos en el día más propicios a las rabietas, como la última hora de la tarde. El cambio de ciertas rutinas, adelantando la hora del baño, de la cena o del sueño, puede ayudar a disminuirlas. También la sobre-estimulación (llevarles de un sitio a otro, tener un día cargado de actividades) puede provocar rabietas porque los niños no son capaces de asimilar la avalancha de impresiones. Quizás sea necesario tener ayuda para estos momentos del día. Una canguro por horas o un familiar que te eche una mano puede hacer toda la diferencia.

 Dales plenas oportunidades para ser autónomos y decidir por sí mismos. Un ambiente muy restrictivo aumenta las rabietas, mientras que otro flexible las disminuye. En algunos asuntos debes ser contundente (es la hora de dormir, no os daré caramelos antes de comer), pero en otros puedes dejarles a ellos decidir o elegir entre dos opciones (¿queréis el yérsey rojo o azul?). También es bueno ser creativa (cariños, no os puedo comprar ahora este coche, pero lo anotaré en la lista para vuestro cumpleaños).

 No pierdas los estribos delante de ellos. En este caso te imitarán y difícilmente aprenderán a controlarse.

Después de una rabieta el niño suele calmarse por sí solo. Se queda relajado gracias a la descarga fisiológica. Y nada parece indicar que ¡hace unos momentos estaba hecha una furia!

La frecuencia de las rabietas varía mucho de un niño a otro. Según los estudios, un 20% de los niños de 2 a 3 años las tienen diariamente y un 80% una por semana. En la mayoría duran 5 a 15 minutos, en algunos, la minoría, de media hora hasta una hora. En ello influye el carácter (unos se enfadan con más facilidad que otros), pero también la educación (restrictiva o no) y el entorno: situaciones de estrés, como el inicio de la guardería, un divorcio, una vida muy acelerada o la sobre-estimulación pueden aumentarlas. También es posible que esté atravesando una etapa normal en su desarrollo. Por ejemplo la adquisición de nuevas habilidades va muchas veces precedida de un periodo de ataques de rabia y llantos. A medida que el niño madura, las rabietas van disminuyendo. Cada vez está mejor capacitado para expresar con palabras lo que quiere y también para posponer sus deseos. A los 5 años la mayoría de los niños sólo tienen una rabieta en contadas ocasiones. Podemos decir que las rabietas en la mayoría de los casos son un fenómeno absolutamente normal en la vida del niño. Salvo en caso de que condicionen el día a día y no os sintáis con fuerzas para afrontarlas, conviene buscar ayuda profesional.

Pautas específicas para padres de gemelos o múltiples:

• En caso de una rabieta a dúo o trío, respira hondo y mantén la calma. Dirige tu atención al niño que primero empezó. Pon palabras a sus emociones, como “veo que estás muy enfadado….“. A continuación dirige tu atención al otro (u otros).

• Separa a los niños. El SIG ocurre en gran parte porque los niños, estando juntos, se refuerzan entre ellos. Si los separas, cada uno se calma y vuelve al nivel de energía propia. Si estás solo con los niños, es más difícil llevar a cabo esta acción. Crea en el salón rincones para cada niño. Un rincón para Juan, otro para Pablo. O: sienta a uno en la trona y al otro en el parque. También así se crea una distancia.

• Desvía su atención a tiempo. Cuando percibes que los niños se están excitando o llegan a estar sobre-estimulados, proponles una actividad que les calme, como dar un paseo, modelar barro, pintar, ver un video o tomar un baño. A veces así se evita el SIG.

• Intenta, ya desde el primer año, dar a cada hijo su parcela de atención individual. Esto les satisface sobre manera, ya que necesitan esta atención tanto como un hijo que ha venido solo al mundo. Los gemelos no disponen de muchas ocasiones en que lo disfrutan. Como éstas no se presentan en vuestra vida familiar espontáneamente, hay que planearlas, por ejemplo llevándote cada semana a uno a comprar, mientras el otro se queda con papá o un familiar.

• Algunos niños dan cabezazos contra la pared o el suelo. Enséñales otras formas para expresar su enfado, como dar golpes con los puños contra un cojín al que llamas ‘el cojín de los enfados’. Las emociones como el enfado y la rabia, no son en sí negativas, sino la forma de expresarlas mediante cabezazos.

Preguntas de padres de múltiples

Tengo gemelos monozigóticos, 3 años. Hace unos meses fue Marc el que tenía muchas rabietas; el otro era más tranquilo. Pero ahora la situación se presenta al revés: en vez de Marc, es Luis que se enrabieta por cualquier nimiedad. Parece que hayan cambiado de rol. ¿Por qué ocurre?

El intercambio de conductas, tal como llamamos esta situación, es bastante común entre los gemelos monozigóticos. Se debe a que ellos tengan el mismo ADN. Gracias a ellos tienen caracteres parecidos, las diferencias son más bien matices sobre un mismo tema en vez de grandes contrastes. En el fondo ambos tienen un modo parecido de reaccionar ante las frustraciones. Por lo visto, Marc ya tiene más asimilado del concepto del ‘no’ y acepta mejor las prohibiciones. Luis todavía no ha llegado al mismo estado de madurez y ahora es él quien se opone a los’ noes’. Este intercambio de conductas verás reflejado en más aspectos a lo largo de su vida que no es más que una muestra de las semejanzas en ellos.

«Tengo mellizas, 4 años. Una de ellas apenas tuvo rabietas, pero la otra sí. Por esto, la familia suele referirse a la gemela ‘buena’ y la gemela ‘mala’. No me gusta nada, pero debo confesar que hasta yo a veces pienso en estos términos, porque una me da más trabajo que la otra”.

Es bueno que te des cuenta de estas etiquetas. Efectivamente no son nada buenas. Las niñas las percibirán e irán asimilándolas en el concepto sobre sí mismas. Yo soy la buena y yo la mala. Así se convertirán en verdades, mientras en realidad cada niña está aún en plena fase del desarrollo personal. Te aconsejo liberar tiempo para cada niña semanalmente. Esto te ayudará a encontrar en ella otros aspectos valiosos. Gracias al contacto individual lograrás conectar con ella de otra manera. Ten en cuenta que las niñas juntas son distintas a cuando están separadas. Y esto te permitirá cambiar tu idea sobre ella.

Mis mellizos, una niña y un niño, dicen a todo ‘No’. Y acto seguido, se enfadan. Me causa mucho estrés y no sé si hay otra manera de lidiar con ellos para que sean más colaboradores. Tienen dos años y medio.

La palabra ‘no’ es favorita para ellos, durante un tiempo. Es una manera de ir afianzando su personalidad. Solo a base de entrenar esta voz van entendiendo el concepto del ‘yo’ que por cierto en los gemelos aparece algo más tarde que en los niños no gemelos, debido a su estrecha convivencia. Así que acepta este hecho. Pero en vez de preguntarles las cosas (¿venís conmigo a comprar?), diles simplemente lo que vais a hacer. Ahora nos vamos. Y otro consejo: muchas veces después del primer ‘no’, los niños vienen sin rechistar. Espera simplemente un rato después de anunciar un cambio (ahora vamos a bañarnos, venid). Muchas veces esta espera es la que da resultado. Ten en cuenta que los niños pequeños son nada flexibles, sino más bien rígidos en sus pensamientos. Les cuesta cambiar de una actividad a otra. Esta es una habilidad que también irán adquiriendo con los años. En cuanto a la colaboración, a su edad todavía es difícil darla. Es a los 4 años cuando ya empezarán a colaborar contigo gustosamente.

Coks Feenstra

Comparte este artículo si te ha gustado
Facebook
Twitter
Email
WhatsApp