Hola Susana:
No tengo duda de que tu hija sea una niña con altas capacidades intelectuales. Todo lo que me cuentas, son indicios de una superdotación. No es raro que no esté a gusto en el colegio y me alegro que de momento no la lleves. A su edad todavía no es obligatorio acudir al colegio y en casa, con su abuela, aprende seguramente más y estará, sin duda, más feliz. Ella, en realidad, estaría más a gusto con niños más mayores, ya que con ellos haría una conexión y no con niños de su edad.
Te aconsejo leer mi libro ‘El hijo superdotado’, de Ediciones Médici, ya que te informará profundamente sobre el tema y sobre los pasos a tomar.
Lógicamente el tema de la escolaridad es importante, por lo menos a partir de los 6 años. A esta edad la niña habrá adquirido mayor madurez emocional y social, lo cual facilitaría su adaptación. De todos modos, habría que hacerle un test de inteligencia y buscarle un centro donde presten atención especial a los alumnos con altas capacidades, para evitar el problema del aburrimiento.
No dudes en ponerte en contacto conmigo si te hace falta.
A parte del libro, puedes leer ya dos artículos míos sobre este tema, en la sección Publicaciones /Niños especiales. Este es el link:
http://www.coksfeenstra.info/spanish/publicacion.php?id=285
No dudes en ponerte en contacto conmigo si te hace falta.
Un saludo afectuoso
Coks Feenstra
17 de octubre de 2012
Soy madre de una niña de 3 años y tanto el padre como yo estamos sumamente preocupados. Nuestra hija domina de forma asombrosa el lenguaje (utiliza por ejemplo expresiones del tipo “Por cierto, hablando de…”), es creativa y muy imaginativa inventando canciones y bailes, desde los dos años monta los puzzles +3 sin ayuda y sabe mirar la hora en el reloj (se fija en la aguja pequeña).Aunque su lengua materna es el español pronuncia muy bien el inglés e incluso se inventa palabras con mucha lógica cuando las desconoce. Con las personas adultas con las que tiene confianza su conversación está al nivel de los adultos (contestando a preguntas que se le formulan con respuestas totalmente coherentes). Sin embargo, a los niños de su edad siempre los ha rehuido. Le gusta mucho ir al parque a columpiarse, pero si al llegar ve que hay niños columpiándose entonces prefiere no ir. Has de tratarla de tú a tú en cualquier conversación o en la realización de alguna tarea doméstica. Le gusta mucho pintar (sobre todo con las témperas) y es muy creativa haciendo legos. No le entusiasman las muñecas ni las cocinitas, sino cocinar de verdad y su amiga del alma es una osita de peluche con la que conversa a diario. Es muy observadora, curiosa y tremendamente sensible (si me ve llorar por ejemplo, ella se entristece y me pide que deje de llorar), y si no lo hago ella llora también.
Le gustan, desde muy temprano, los dibujos animados de Dora. También los de Pepa Pig. Pero los ruidosos como los de Bob Esponja no son de su gusto.
Desde siempre ha dormido muy poco para lo que se considera normal. Y a pesar de todo tiene una energía y alegría que nos deja asombrados. Nunca ha ido a la guardería (una breve experiencia que tuvo fue negativa por desidia del personal del centro, no por su parte. Desconocemos cómo hubiera sido en caso de haber asistido al turno de mañana en el que se realizaban actividades). Ha estado al cuidado de la abuela por las mañanas y sus conversaciones eran de dos personas adultas. Luego, a partir de la hora de comer, yo sustituyo a la abuela y me ocupo de ella (y a veces el padre cuando su horario de trabajo se lo permite).
Hace un mes empezó a ir al colegio. Nunca fue entusiasmada, sino más bien seria y abnegada. Y un día de pronto no quiso ir, lloró al vestirse, se negó a desayunar y se quedó llorando al dejarla en la escuela. Al regresar de la escuela (no tomó su snack) debería estar hambrienta, pero al contrario, inapetente. Esta ha sido la tónica de los últimos días, in crescendo. No me dejaba apartarme de ella ni un segundo, no le bastaba la compañía de la abuela, me sujetaba la mano firmemente y con sus manos dirigía mi cara hacia la suya si yo estaba mirando a otro lado. Finalmente una de estas noches explotó y me contó que la profesora se había olvidado de ella en el patio. Que se había quedado sola, que no había ningún niño a su alrededor, que pasó un largo tiempo hasta que “me vio una niña mayor y me preguntó quién era mi profe. Me dijo que esperase allí que enseguida iba a buscarla”. Hablamos con la profesora y en un primer instante se puso nerviosa, pero enseguida me citó para la tarde siguiente. Entonces negó estos hechos y los achacó a su imaginación y a que ciertos niños sienten agorafobia. Me chocó aún más cuando a nuestras preguntas sobre cómo se comportaba en la clase dijo que muy bien, que era participativa y que jugaba con otros niños normalmente. Sé que no es así, pero no podía rebatírselo. Trataba de buscar una solución y solo me encontré con una experimentada y seguro que buena mujer, pero que trataba de defenderse fingiendo normalidad absoluta.
Nuestra hija no ha vuelto a la escuela. Solo he conseguido medio calmarla al decirle que volverá a la escuela cuando esté preparada para ello, pero su respuesta es que nunca va a estar preparada, “ni el lunes, ni el martes, …, ni ningún día”. Me suplica cada hora recordándome machaconamente que no está preparada. Tratamos de hacerle ver que ne la escuela puede hacer actividades divertidas, pero responde que no es así, que allí se lo pasa mal, que se aburre.
Estamos tristes, preocupados y casi desesperados. Hemos conseguido el que creíamos mejor colegio de la zona y en realidad no hemos conseguido nada.
Buscamos desesperadamente su consejo.
Atentamente, unos padres que aman a su hija
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