EL TRASTORNO DE DÉFICIT DE ATENCIÓN E HIPERACTIVIDAD

Coks Feenstra · Psicóloga Infantil

29 de septiembre de 2011

EL TRASTORNO DE DÉFICIT DE ATENCIÓN E HIPERACTIVIDAD

Ruidosos, maleducados, molestos......son algunos de los términos que se utiliza cuando se habla sobre aquellos niños que no dejan de hablar, moverse, irrumpir y molestar a los demás.

Muchas veces sin darse cuenta de que tras estas conductas se esconde una disfunción psiquiátrica que padece entre un 2 y 5% de la población infantil.

Hablamos del trastorno de déficit de atención e hiperactividad, TDAH. Se trata de un trastorno serio, que afecta al ámbito familiar, escolar y social del niño. Engloba problemas como mantener la atención y controlar los impulsos. En lenguaje popular se les llama a estos niños ‘hiperactivos’. Pero el trastorno no siempre se presenta en forma de hiperactividad, también puede haber solamente una falta notoria de atención (por ello algunos expertos hablan del trastorno de déficit de atención con o sin hiperactividad). Es más correcto hablar del niño hiperreactivo: tras la impulsividad e hiperactividad hay un problema relacionado con la inhibición de la conducta; el niño no sabe inhibir sus respuestas ni sus impulsos. Y esto tiene una causa biológica, como veremos a continuación.

LOS SÍNTOMAS

‘Daniel (6 años) es un terremoto. No sabe pararse quieto, habla continuamente, molesta a los demás, se enzarza en peleas. Cada día pierde alguna cosa sin darse cuenta. Sus padres no saben las veces que le han tenido que llevarlo a urgencias. Daniel no ve nunca un peligro ni aprende de sus caídas. Últimamente la situación se complica: no rinde bien en el colegio, es un estorbo para los demás y los niños lo ven ‘raro’. La profesora no sabe qué hacer con él, ningún castigo parece funcionar. Los padres se sienten, además de agotados, desbordados. Su hijo no les hace caso, se frustra a lo mínimo y coge unas rabietas desproporcionadas. Si le castigan, a los pocos minutos no se acuerda del motivo. Empiezan a pensar que no son buenos educadores’.

Esto es lo que muchos padres temen antes de consultar un especialista. Por lo tanto es importante conocer bien los síntomas. No son iguales en todos los niños y puede haber varios grados de gravedad. No obstante se presenta una sintomatología parecida desde etapas tempranas de la infancia. De bebés son inquietos y ‘llorones’. Ni acostados en la cuna están tranquilos. Se mueven mucho y algunos hacen desplazar su cuna por sus propios movimientos. Les cuesta establecer un ritmo de tomas y sueño. Son difíciles de consolar. No aprenden a caminar paso a paso, sino se lanzan literalmente a la aventura. Su desarrollo motor parece precoz, aunque se caracteriza por una torpeza significativa. Tienen más rabietas que otros niños. Sus actividades no parecen tener ningún fin. No se entretienen realmente con los juguetes, sino los destrozan. Es como si continuamente otros estímulos les llaman la atención. Se resisten a cambios bruscos y prefieren el ritmo de todos los días. Se excitan por cualquier mínimo motivo. A veces sufren retrasos en el habla.

En la edad escolar se nota su dificultad para estarse quieto y prestar atención. Las características más llamativas son:

FALTA DE ATENCIÓN:

 No atiende a los detalles y comete muchos errores en los deberes y otras actividades.

 Le cuesta mantener la atención tanto en el trabajo escolar como en los juegos.

 Parece no escuchar cuando se le dirige la palabra.

 No sigue las instrucciones que se le dan y le cuesta mucho terminar las tareas o cumplir obligaciones.

 Tiene dificultad para organizar sus tareas diarias y actividades.

 Evita comprometerse en actividades que requieren un esfuerzo mental continuado.

 Pierde frecuentemente materiales y pertenencias.

 Se distrae con facilidad.

 Se olvida de tareas cotidianas (cepillarse los dientes, lavarse las manos).

IMPULSIVIDAD E HIPERACTIVIDAD

 Mueve brazos y piernas constantemente. Se retuerce en la silla.

 Se levanta a menudo, también en situaciones en los que debe estar quieto.

 Corre o sube a cualquier sitio en situaciones donde no es apropiado.

 Le cuesta jugar tranquilamente o en silencio.

 Siempre está en movimiento como si estuviera con el ‘motor en marcha’.

 Habla en exceso.

 Contesta antes de que se le hayan formuladas las preguntas y responde cualquier cosa fuera del lugar.

 Le cuesta mucho esperar su turno.

 Irrumpe y molesta las actividades y juegos de otras personas.

Se conocen tres tipos de TDAH:

1. Falta de atención sin hiperactividad

2. Hiperactivo, impulsivo

3. Combinado (inatención, impulsividad e hiperactividad)

En la edad escolar el trastorno le causa serios problemas al niño, como hemos visto en Daniel. El niño no suele tener amigos, se pelea frecuentemente, no rinde bien en las tareas, adquiere una baja autoestima y en casa hay muchas tensiones y conflictos. En la edad adulta puede darse un mayor ratio de despidos laborales, de problemas de pareja, las drogas y se da un mayor riesgo a accidentes de tráfico o caer en la delincuencia.

LAS CAUSAS

A pesar de lo que los padres de Daniel piensan, igual que muchos otros adultos, el problema de su hijo no lleva ninguna relación con su educación. Se trata de un trastorno biológico, basado en el cerebro. Su causa es una producción irregular de dopamina y noradrenalina, dos neurotransmisores necesarios para que exista una buena comunicación entre las neuronas y todo funcione normalmente. No se conoce el origen de esta anomalía, pero se sabe que en el 80% de su aparición influyen factores genéticos. El restante 20% se debe a factores pre-y perinatales, entre ellos el consumo de tabaco, alcohol, drogas durante el embarazo, la inhalación excesiva de plomo en edades tempranas, la prematuridad y el bajo peso al nacer, la pobreza y la malnutrición. Los estudios demuestran que la nicotina y el alcohol, consumidos durante el embarazo, causan anomalías significativas en el desarrollo de algunas zonas de la región frontal del cerebro del niño y éstas dan lugar a un incremento de conductas como la hiperactividad, impulsividad y desatención. Los niños son tres veces más propensos a padecer el trastorno que las niñas, pero es posible que esta diferencia se deba a que en ellos el trastorno se manifieste de manera más clara (conductas difíciles) que en ellas. Las niñas parecen ‘despistadas’ en clase y sufren más ansiedad y depresión. Para ellos se busca antes ayuda, en ellas probablemente el problema pasa desapercibida.

EL DIAGNÓSTICO Y EL TRATAMIENTO

Si el niño muestra seis de los síntomas antes mencionados en ambos ámbitos (casa, colegio) durante más de 6 meses y antes de los 6 años, hay que consultar al pediatra. Un diagnóstico a tiempo evita muchos sufrimientos; sin él el niño no está bien entendido ni recibe la educación adecuada. Los castigos, avisos y las riñas no surten efecto, más bien aumentan su malestar, el aislamiento en clase y no pocas veces llega el fracaso escolar, la depresión, etc. El niño se comporta de manera inatenta, impulsiva y descontrolada ¡a pesar suyo! Desea tener amigos y llevarse bien con sus padres, pero no sabe cómo.

En el diagnóstico intervienen varios especialistas: el (neuro)pediatra, psiquiatra infantil, neurólogo. A base de entrevistas con los padres y el historial médico del niño se diagnostica el TDAH. Nos lo cuenta el neuropediatra infantil Pedro Barbero Aguirre: ‘Tras muchos años de experiencia puedo reconocer el problema en el momento en que los padres pasan la puerta; el niño se comporta de manera característica: parece no oír los avisos de sus padres, irrumpe en la consulta, empieza a tocar los objetos de mi mesa, abre los cajones, esquiva mi mirada. Luego el historial que recoge su desarrollo, confirma mi primera impresión’. Se trata de un diagnóstico exhausto, pero no es necesario hacerle resonancias cerebrales ni electroencefalogramas. Todavía no existe una que detecte el trastorno, aunque sí se han observado ligeras diferencias en el cerebro. Por ejemplo, la Universidad de Nottingham, Inglaterra, sí ha podido ver qué es lo que ocurre en el cerebro del niño con TDAH y en un niño sin el trastorno durante una determinada tarea. Este estudio ha puesto de relieve que los niños con TDAH tienen dificultad para apagar ‘el circuito de ensoñación’ (en inglés: default mode network). Normalmente cuando no hacemos nada, se nos enciende este circuito y se nos surgen todo tipo de pensamientos. Es un estado de ausencia mental. Un niño sin TDAH es capaz de apagar este circuito cuando algo le llama la atención. Pero un niño con TDAH sigue estando distraído por sus propios pensamientos ¡salvo en caso de que le encarguen una tarea muy emocionante! En este estudio se les encargaron a los niños hiperactivos, conectados a un escáner MRI, tareas muy aburridas. En el escáner se veía que el circuito de ensoñación se mantenía activo. Cuando se les encargaban una tarea con la que podían ganar o perder puntos, el circuito dejaba de funcionar y los niños se concentraban (por lo tanto los investigadores aconsejan darles a los niños hiperactivos tareas muy interesantes con alto nivel de estímulo). Gracias a este tipo de estudios cada vez seremos más capacitados para entender el TDAH.

Una vez establecido el diagnóstico, el médico traza un plan de tratamiento que incluye la participación de un psicólogo infantil, profesor de apoyo u otras personas. En un 90% de los casos es necesario prescribir medicamentos que regulan la impulsividad, la hiperactividad y la desatención. Se conocen dos tipos, los estimulantes (metilfenidato) que sube la dopamina o los no-estimulantes (atomoxetina) que sube la noradrenalina. El tratamiento médico siempre es diseñado individualmente para cada niño y llevado bajo un control riguroso. Hay ciertos efectos secundarios (disminución de apetito, sueño) que suelen ir desapareciendo. Los resultados son muy positivos. Como dice Russell Barkley, experto en el tema: ‘No darle medicamentos, es como no darle a un diabético su insulina’. También se da terapia familiar y cognitiva-conductual que incluye directrices para el día a día del niño, tanto en casa como en el colegio. La terapia combinada (medicalizada y psicológica) es la que mejor resultado surte.

Y ¿EL FUTURO?

El TDAH es un trastorno de por vida. Sólo en un pequeño porcentaje remite en la adolescencia, pero un 60 a 70% de los niños siguen teniendo síntomas significativos cuando llegan a ser adultos. Y esto afecta a su felicidad. Según el Instituto Trimbos, de Holanda, 24,5% sufrió de depresión en el año 2010 contra el 6,1% de la población sin TDAH; 32% sufrió trastornos de ansiedad contra un 10%; 8% adicción al alcohol contra 0,9% y la adicción a las drogas es de un 12,6% contra 0,7%. Un adulto con TDAH tiene una vida más difícil, por ello es muy importante que el trastorno esté diagnosticado. Solo de este modo la persona llega a conocerse y entender sus problemas. Gracias a este entendimiento aprende a vivir con su condición, quiere decir consigo mismo. Pero no todos son problemas, también hay aspectos positivos: las personas con TDAH pueden ser muy apasionadas y emotivas y pueden llevar incluso sus metas con mayor pasión que muchas otras personas. Pueden destacar en ámbitos donde la convicción apasionada es requerida, como por ejemplo fundar una organización solidaria como una ONG. O destacan en campos donde la expresión emocional es una ventaja, como música, teatro, etc. O pueden ser excelentes vendedores. Sea cual sea su vocación, su capacidad de trabajo es excepcional y admirable. Se supone que Churchill y Einstein eran personas con TDAH.

Russell A. Barkley, profesor de Psiquiatría y Neurología, de la Escuela de Medicina de la Universidad de Massachusetts, da los siguientes consejos para los padres de un hijo con TDAH:

 Haceros expertos en el tema; leed todo lo que podáis. Esto ayuda a entender cómo está el niño en el mundo. Lo comparo con esta situación: estar de espaldas al mar, con los pies en el agua y no saber cuándo y de dónde vienen las olas.

 Acoplaos la casa a él, poniendo recordatorios en forma de pegatinas para las tareas diarias (levantarse, vestirse, desayunar, etc.).

 Quitadle unos 2 a 3 años de edad a su hijo; muchas veces el niño con TDAH se comporta como uno más pequeño, posiblemente debido a un retraso en la maduración del cerebro. El niño aparenta físicamente ser normal, su handicap no es visible, pero hay que tenerlo en cuenta en cada momento.

 Hacedle el tiempo entendible. Con un mensaje como ‘te quedan 30 minutos’ el niño no se entiende, pero sí con un reloj que sueña a los 10 minutos.

 Dadle feedback inmediato; si hay que castigarlo, hacerlo directamente después de la trastada. Si no, no aprende de la experiencia.

 Llevadle el futuro a su presente; como no sabe organizarse (no tiene sentido del tiempo, vive en el momento), hacérselo por él. Si tiene que leer un libro en tres semanas, dividid este periodo de tiempo en intervalos tangibles, como leer cada día 5 páginas.

 Habladle poco, pero acariciadle mucho y miradle a los ojos. El niño con TDAH, según los estudios, recibe a diario 5 a 8 veces más riñas y críticas. Los elogios son muy importantes.

 Elevad su motivación mediante gratificaciones inmediatas. Esto le estimula a perseverar.

 No supláis al profesor. El niño necesita padres. Delegad esta parte al colegio.

 No intentéis abarcar mucho en poco tiempo. Hay que marcar los pasos uno por otro. Poned prioridades.

 No dejéis crecer el resentimiento, pero practicad el perdón, en cuanto a él, a vosotros mismos y al entorno. Se aprende a vivir con el TDAH con el paso de tiempo.

Testimonios

POR FIN ES UN NIÑO FELIZ

‘Mi hijo Andrés (9 años) no es hiperactivo, sin embargo sufre TDAH. De pequeño fue un niño fácil de llevar. Lo único que nos llamaba la atención, era que crecía muy deprisa, empezó tarde a hablar y su motricidad no era buena. En los primeros años de colegio no sabía apenas dibujar ni cortar, porque se le caían las cosas. El psicólogo infantil del centro diagnosticó TDAH. Me resistía a darle medicamentos, opté por los naturales, pero no hacían efecto. Cuando se empezó a leer, Andrés tuvo problemas con la lectura y la gramática. Sacaba notas malas y no podía concentrarse. Se volvía depresivo y esquivaba las tareas. Empezamos con la medicación. Se nos abrió un mundo. Andrés empezó a rendir bien en clase y dejó de ser el último. Su cerebro asimila los conceptos demasiado lento, porque un neurotransmisor, la dopamina, no está presente en una cantidad suficiente. Pero la medicación lo mejora. Ahora Andrés tiene amigos y finalmente es el niño feliz que debe haber sido siempre. Me arrepiento no haber empezado antes con la medicación’. Teresa, 39 años

EL DÍA A DÍA CON ELLA ES DIFÍCIL, PERO VOY APRENDIENDO

‘Mi hija (14 años) fue diagnosticada con 7. Tiene el tipo de THAD combinado; es difícil y ahora, entrando en la adolescencia, se acentúan más sus problemas. Nunca sé cómo va a reaccionar, tengo que hacerme frente a respuestas bruscas y exageradas. Pero por otro lado hemos avanzado; aprendo cada día mejor cómo llevarla y mantener la paciencia. La ayuda del psicólogo y de la Asociación en nuestra comunidad han sido importantes en este proceso. Aconsejo a todos los padres ponerse en contacto con una Asociación de Padres de Hijos Hiperactivos’. Ángela, 40 años.

Para leer más:

Russell A. Barkley: ‘Niños hiperactivos’ Paidós (1999)

Russell A. Barkley, Cristine M. Benton: ‘Hijos desafiantes y rebeldes’ Paidós (2000)

César Soutullo: ‘Convivir con niños y Adolescentes con Trastorno por Déficit de atención e Hiperactividad’ Editorial Panamericana (2004)

‘El niño muy movido o despistado’ C. Green, K. Chee (Médici)

Asociaciones de Padres de Hijos con TDAH

Valencia: APNADAH. Tel. 606127224

Barcelona: ADANA Te. 93/ 2411979

Madrid: ANSHDA Tel. 91/ 3560207

También: La Asociación para el trastorno de déficit de atención e hiperactividad, Elisabeth d’Ornano. www.elisabethornano-tdah.org (cursos gratuitos para el profesorado).

Navarra: ADHI Tel. 948/ 581 282

Murcia: Federación Española de Ayuda al Déficit de Atención e Hiperactividad: Tel. 968/ 221 364

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