EL PEQUEÑO GRAN SEDUCTOR

Coks Feenstra · Psicóloga Infantil

11 de febrero de 2009

EL PEQUEÑO GRAN SEDUCTOR

Este bebé tan indefenso en apariencia, tan pequeño en su cuna, te robará el corazón con una sorprendente facilidad. Es un gran seductor y sabe cómo atraer tu atención y amor hacía él.

El bebé viene al mundo con un fuerte deseo de vincularse con sus papás. Quiere ser cogido en brazos y ser acunado. ¿Cómo puede expresar este deseo? Tú le puedes coger cuando quieres, pero él no dispone de la misma capacidad para conseguir esa intimidad física tan anhelada. Pero no es del todo indefenso, ya que él mismo tiene maneras para atraer tu atención y asegurarse de tu dedicación. Mejor dicho: sin que te des cuenta, ¡te seduce! Te mira fijamente, gorjea, sonríe, se calma solo cuando tú le coges o le hablas y a ti te inundan oleadas de amor materno. Embargada de ternura puedes pasarte horas contemplándole. Así vas tomando conciencia de que realmente tienes un hijo y que ahora eres madre. ¿Cómo lo hace? Dispone de varios mecanismos, como éstos:

LA SONRISA: la forma más precoz de comunicación del bebé hacia ti es la sonrisa. Aparece ya en la primera semana de vida como un reflejo arcaico. El bebé tiene una secuencia de movimientos incontrolados, como bostezar, mover los párpados, abrir un poco los ojos y esbozar una sonrisa torcida, más bien una mueca. Pero no importa, ya que las madres suelen vivirla como señal del apego del bebé hacia ellas. Los investigadores creen que el motivo por el que las expresiones del bebé son principalmente sonrisas es justamente éste, ya que refuerza la unión entre el bebé y sus padres. Y Desmond Morris, biólogo, opina que la sonrisa del bebé equivale a la capacidad del bebé-mono de agarrarse a la piel peluda de su madre. Tanto uno como otro sirven para que el pequeño se asegure de la presencia de su madre. En torno a la sexta semana aparece la sonrisa intencionada. Tú le sonríes a tu pequeño y el te la devuelve. Así se construye un intercambio entre vosotros, una primera comunicación sin palabras pero con mucho sentido. El bebé percibe nítidamente las emociones que reflejan tu cara (ternura, orgullo, gratitud) que le sirven de espejo. A los 5 meses sabe interpretar tus miradas y tu tono de voz. Lee en tu cara (des)aprobación, enfado o amor. Y así con el tiempo irá aprendiendo a expresar sus propios sentimientos. Gracias al vínculo contigo se descubre a sí mismo.

LA MIRADA: si todo fue bien, al poco de nacer, el bebé está sorprendentemente despierto. Lo que llama la atención es la intensidad con la que te mira. ¡Es irresistible no prestarle atención! El bebé siente desde el principio interés por los rostros humanos, especialmente el tuyo. Si le enseñan fotos de dos madres, uno tuyo y otro de otra mamá, se interesa más por el tuyo. Fija atentamente su mirada en ti. Esta comunicación se intensifica en los primeros meses en los que su capacidad para dirigir la mirada mejora. Cuando el bebé te mira a ti, te mira mientras tú le estás mirando a él. Cada uno ve en el rostro del otro el interés, el bienestar, la entrega y la felicidad. Para el psicólogo René Zazzo este intercambio entre madre y bebé es la base de toda relación de amor. Y el bebé es un partícipe activo en este intercambio: si la madre tiene una mirada perdida y ausente, el bebé se retuerce y rompe en llanto. ¡Necesita su atención! Desde muy pequeño percibe que tú eres su madre e intenta hacerse amar por ti.

SUS OJOS: en comparación con su cuerpo los ojos y las pupilas del bebé son realmente grandes. Y no en vano, ya que estas grandes pupilas le hacen irresistible. En general nuestras pupilas se agranden según la cantidad de luz (con poca luz se hacen más grandes). Pero no sólo son sensibles a la luz, sino también a las emociones. Sus pupilas se dilatan aún más, cuando le coges en brazos, porque se pone contento. Tú percibes este cambio y te llena de ternura (‘qué bien se siente conmigo’). Tu necesidad de estar con él y de protegerle contra el mal se hace más poderosa aún. Él con sus pupilas te dirige sin que te des cuenta.

EL LLANTO: el bebé se comunica principalmente mediante la mirada, la sonrisa y el llanto. El último es un arma poderosa, ya que ninguna madre ni ningún padre aguantan el llanto de su bebé. Deben ir a socorrerle, lo cual es bueno, ya que con el llanto el bebé expresa alguna necesidad de atención. La misma reacción se observa en los demás adultos, lo cual explica la capacidad humana para adoptar. Al principio es difícil distinguir los diferentes tipos de llanto, pero al cabo de un mes serás capaz. El llanto del bebé sueña especial para su mamá y es fácilmente reconocible. En una maternidad grabaron los llantos de 23 bebés. Y por la noche hicieron sonar estos llantos. A los tres días casi todas las madres (22 en total) sólo se despertaban por los de su bebé y seguían durmiendo profundamente con el llanto de los otros bebés. Entre la madre y su bebé existen unos lazos invisibles e intuitivos que sorprenden todavía a los investigadores.

EL OLFATO: este sentido está muy bien desarrollado en el bebé, lo cual le ayuda a encontrar el pezón de su mamá. Un investigador danés hizo la siguiente prueba: a cada lado de la nariz de bebés recién nacidos colocó un trozo de algodón impregnado con el olor de su madre y otro con el de otra mamá. Al 6º día el bebé se gira más hacia el algodón con el olor a su progenitora. Y el mismo bebé lleva un olor que despierta en su madre sentimientos maternales. Es un olor que viene de la grasa que le envuelve al nacer y del líquido amniótico. También toda madre reconoce a su bebé por su propio olor. Es el que más le gusta.

El OÍDO: el bebé ya reconoce tu voz nada más nacer. Por ello notas cómo se calma cuando le hablas. Distingue la tuya de la de otra madre con facilidad. Se piensa que el bebé nota hasta incluso tu respiración. Viene al mundo dotado con una gran sensibilidad y con una gran capacidad para adaptarse a la vida familiar.

SU CAPACIDAD PARA ENCONTRAR EL PEZÓN: de todos los descubrimientos éste es el más reciente y el más emocionante. Una serie de grabaciones de recién nacidos en brazos de su mamá, demostraron que el bebé es capaz de iniciar la primera tetada por propia iniciativa y sin ayuda. Nada más nacer el bebé está más interesado en mirar el rostro de su madre que en succionar. Así que hay que dejarle tranquilo. Pero al cabo de un tiempo y antes de una hora empieza a hacer movimientos con la boca y succionarse los puños. Estos llevan aún el olor del líquido amniótico (el bebé está puesto en brazos de su mamá de inmediato sin lavarle). Una cierta sustancia aceitosa del pezón desprende el mismo olor, así que el bebé, guiado por el olor de sus manitas, se dirige hacia el pecho. Moviendo sus piernas y trepando hacia arriba, que son movimientos instintivos, llega al pezón. Gracias a su interés visual especialmente por los contrastes claro-oscuro distingue bien el pezón. Quizás este sea el motivo por el cual los pezones tienen este color que además por influencia de las hormonas se oscurecen más durante el embarazo. El bebé abre la boca y empieza a succionar felizmente, mirando fijamente a su mamá.

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