A menudo tengo que explicar a los colegios cómo funciona el vínculo gemelar y por qué los niños se necesitan emocionalmente el uno al otro. Especialmente en los primeros años de su vida escolar y los idénticos, a menudo más tiempo.
Ahora, sin embargo, me encontré con una situación completamente diferente. Mientras explicaba este vínculo, me di cuenta de que la situación de este casus era diferente a lo habitual: la escuela me contaba cómo los padres trataban a sus gemelos como una unidad. Por supuesto con las mejores intenciones, pero con consecuencias negativas.
¿Cuál era la situación? Estos gemelos idénticos y varones, se peleaban, por lo visto, muchísimo, sobre todo físicamente: patadas, empujones etc. Tampoco jugaban bien entre ellos ni con los compañeros de clase a los que también agredían. La profesora me contó un reciente incidente: uno de los niños había venido por la mañana con su juguete habitual, una pelota pequeña. Cada uno suele traerlo todos los días. Aquel día su hermano había olvidado el suyo. Estaba inconsolable. La madre le dijo entonces al otro que le diera a ella el suyo, ya que ‘uno sin el juguete, pues el otro también’. La maestra no pensó que fuera una buena idea y se lo dijo. Pero la mamá no quiso cambiar de idea. El resultado: el niño que había recordado traer su juguete, estuvo toda la mañana enojado y rebelde. Esto repercutió en el otro (comparten aula). Y así es siempre. Todo tiene que ser igual, parece ser el lema de estos padres, dijo la maestra. Apenas puedo distinguirlos, pero mi petición de vestirlos de manera diferente, cada uno con su propio color, no lo acepta, continuó.
A veces los padres caen en la trampa del síndrome de la mitificación gemelar. Este fenómeno significa que se supone que los gemelos necesitan siempre lo mismo y que son dos partes iguales de una unidad. Ciertamente, su vínculo es especial, pero no quita que sean dos individuos que quieren ser (re)conocidos personalmente. Cada uno quiere ser visto como él, por su nombre y carácter (por los padres, el profesor y los compañeros de clase). Teo había recordado traer su juguete, su hermano no. Teo no quiere ser juzgado por el comportamiento de su hermano, lo cual es comprensible. Las muchas peleas de estos niños pueden, muy probablemente, explicarse por las frustraciones que viven, porque no se les trata como individuos. El consejo de la maestra era muy valioso.
Como Joan Friedman, terapeuta especializada en la psicología gemelar, ya dijo una vez: “cuando los gemelos se pelean mucho, también físicamente, la causa puede estar en too much togetherness” . Esto dificulta el desarrollo del propio ‘yo’ y les causa a cada uno mucho rencor.
Pero es reversible: los niños aún son pequeños y si los padres empiezan a dedicar más tiempo individual a cada uno de ellos y a tratarlos como dos personitas, cada uno con sus peculiaridades, su relación mejorará.