¿CÓMO TRATAR EL TEMA DEL DESNUDO EN LA EDUCACIÓN?

Coks Feenstra · Psicóloga Infantil

28 de septiembre de 2011

¿CÓMO TRATAR EL TEMA DEL DESNUDO EN LA EDUCACIÓN?

Los padres pueden sentirse inseguros si es bueno o no que sus hijos los vean desnudos. En esta entrevista, de un periódico local, Coks da su opinión:

PREGUNTA: Para los padres, mostrarse desnudo delante de los hijos puede significar que nos gustamos, que aceptamos nuestros cuerpos, que es algo natural ¿verdad?

CF: Sí, es algo natural: venimos desnudos al mundo, concebimos desnudos a nuestro hijo. ¿Qué puede haber de antinatural en la desnudez? Las ideas sobre el desnudo cambian con los tiempos, tal como queda reflejado en el arte.

PREGUNTA: ¿Es conveniente desnudarse o mostrarse desnudos delante de los hijos?

CF: La ventaja de ver desnudos a los padres, cambiándose de ropa o duchándose, es que los hijos adquieren una noción sobre cómo es el cuerpo humano de manera natural y espontánea. No tienen que aprender a escondidas cómo es el cuerpo de una mujer o de un hombre, lo cual en un ambiente muy restrictivo podría conducir al voyeurismo. Además, si los padres se comportan con naturalidad (no sienten vergüenza ni incomodidad), les transmiten a sus hijos que la desnudez es algo normal. En realidad, para los niños es así: a muchos niños pequeños les encanta correr por casa sin ropa. Se sienten más libres y más cómodos. Los padres a veces se preocupan por ello, porque creen que este deseo implica una obsesión con los genitales o el sexo. Pero para los niños no tiene esta connotación sexual; les gusta sin que ello implique algo sexual. Este es el quid del “problema”: los adultos asociamos el desnudo con la sexualidad.

PREGUNTA: ¿Cómo encontrar la justa medida entre un exceso de pudor y el exhibicionismo?

CF: No se puede estipular un modo de actuar que sirva para todos los padres, porque cada uno tiene su propia historia personal que influye en cómo aborda este tema. Los padres que han sido educados en un ambiente libre, donde el desnudo no era un tabú, suelen educar a sus hijos del mismo modo. Otros con una educación restrictiva, donde los padres se cambiaban o duchaban tras puertas cerradas, lo harán seguramente de otro modo. Lo más importante es que los padres se sientan cómodos con los hábitos imperantes. En este sentido no es tan importante que las familias dejan las puertas abiertas o cerradas, lo esencial es que los hijos vean a sus padres cómodos. Visto desde el punto del niño –lo que significa el desnudo de los padres para él a nivel emocional y psicológico- no hay inconveniente que vea a sus padres desnudos y que comparta con ellos el baño. Si los padres notan en ellos mismos una cierta necesidad por enseñar su desnudez a sus hijos y un tipo de excitación, entran en juego sentimientos no saludables ni adecuados para el niño; podríamos hablar de exhibicionismo. En este caso los padres no deben compartir su desnudez con sus hijos. Hay que respetar el límite entre lo que es una conducta normal (compartir el baño sin ningún significado sexual) y otra de índole sexual. Esta situación confundiría y dañaría seriamente al hijo.

PREGUNTA: Muchos padres se preocupan porque no saben cómo actuar. La edad del niño ¿también influye?

CF: La edad del niño es un factor importante en este tema. Para un bebé es saludable estar en contacto directo con sus papás, piel a piel. El sentido del tacto está muy desarrollado en él, lo cual le hace disfrutar sobremanera de sentir el cuerpo de la persona que le ha llevado en su vientre o del papá, la otra persona importante en su vida. Este contacto de piel a piel favorece su desarrollo psíquico, emocional y sensorial. Entre los 2 y 3 años el niño empieza a fijarse en el cuerpo de sus padres y las diferencias entre ellos y las con su pequeño cuerpo. Es normal que alguna vez toquetee los pechos de mamá o el pene del papá. Es señal de su curiosidad, pero sin connotación sexual tal como lo entendemos los adultos. Ahora es el momento de explicarle las diferencias (‘mamá tiene pechos porque es una niña’) y poner límites a sus exploraciones (‘sí, este es mi pene, pero no quiero que lo toques, es algo privado’). A los 3 años el niño está en la fase de descubrir su identidad sexual (soy niño, soy niña). Todo lo que le rodea, evoca su interés y hay que ver sus comentarios o conductas (tocar su pene o el de papá) desde esta perspectiva. La imposición de límites en torno al cuerpo le comunica la idea de las barreras entre personas y la privacidad de cada uno. Esto garantiza su bienestar psíquico y emocional. Para algunos padres deja de ser agradable bañarse con sus hijos a partir de este momento; optan por no compartir el baño o si lo hacen, se ponen un bañador. Otros no se sienten incómodos y siguen compartiendo esta intimidad con el hijo, hasta que él mismo empiece a cubrirse y buscar intimidad. Este momento es variable: en algunos niños llega a los 5 ó 6 años; otros no lo manifiestan hasta la pubertad. Es el cambio corporal el que les hace sentirse tímidos e incómodos. Lógicamente hay que respetar siempre la necesidad del niño por la privacidad, sin hacer ningún tipo de comentarios. El pudor es una sensación humana universal e innata. Unos tienen más sentido de pudor que otros; en ello influyen los genes, aunque la educación puede agravar o reducirlo. Sí, somos púdicos por naturaleza.

PREGUNTA: Mostrarse desnudos ¿puede despertar en el niño su interés por el sexo?

CF: Mostrarse desnudos ante el niño no puede despertar el interés por el sexo si el niño todavía no tiene edad para ello. Esto aflora en la adolescencia (en torno a los 11 y 12 años en las niñas y en los niños alrededor de los 12 y 13 años). A partir de esta fase conviene ser más cautos a la hora de compartir el cuarto de baño, desnudarse, etc. No porque por ello se despierte un interés desmesurado sino porque él mismo no suele sentirse cómodo en estas situaciones. El adolescente suele buscar la intimidad de su cuarto.

PREGUNTA: ¿Conviene no mostrarse desnudo delante del hijo del sexo opuesto al nuestro?

CF: Si los padres no se sienten incómodos, no hay problema para mostrarse desnudos ante un hijo o una hija. Sólo en la fase de la adolescencia conviene ser más cautos: el niño (o niña) está descubriendo su sexualidad y en el desnudo ahora entran sentimientos sexuales. Lo que vemos a estas edades, es que el mismo adolescente va marcando su terreno: ya no quiere bañarse con su hermana ni quiere que entren sus padres en el cuarto de baño. Lógicamente debemos respetar su intimidad.

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